Llamados a servir: Principios para un ministerio pertinente.

Por Samuel Caraballo-López

INTRODUCCIÓN

Nos parece importante establecer algunas premisas sobre la naturaleza de la iglesia antes de hablar del servicio.  La iglesia debe concebirse como la sobreposición entre lo humano y divino en mutua convivencia.  Es la realidad del Jesús humano y el Jesús divino que se intersecan en ese organismo que llamamos la Iglesia.  La iglesia encarna el evangelio manteniendo los «pies de barro» y en «el barro», aunque sus zapatos esten en la «gloria«. 

Lo anteriormente planteado nos lleva a caracterizar el concepto bíblico de la Iglesia en dos dimensiones: la iglesia como esencia y como forma, íntimamente ligados ambos aspectos entre sí. 

LA IGLESIA: ESENCIA Y FORMA

¿Qué es la esencia de la iglesia?  Cuando nos referimos a la iglesia como esencia estamos hablando de su naturaleza misma a la luz de la revelación de las Sagradas Escrituras.  Las metáforas de “cuerpo de Cristo”, “comunidad del Espíritu”, “pueblo de Dios”, son parte de ese intento de definir la esencia misma de ésta.  Tenemos que reconocer que la iglesia en su esencia tiene sus raíces en el corazón de Dios.  La iglesia como el nuevo “Israel de Dios” (Gálatas 6: 16), representa la idea de portadora de las buenas noticias del Reino de Dios a toda la humanidad. 

¿Qué es la forma de la iglesia?  La forma es la estructura humana que la Iglesia adquiere de acuerdo con el contexto donde esta se encuentra. La forma de la Iglesia responde contextualmente a la realidad sociohistórica del mundo. La estructura es el orden y organización en que la esencia se proyecta y se da a conocer.  Ambos elementos tienen que ser congruentes para que la iglesia sea fiel a su Señor.  Aunque la esencia de la Iglesia está revelada, ésta se encarna contextualmente en cada sociedad a través de la forma o estructura, que es histórica y temporal (No lo olvidemos). 

Estructura Organizacional

Cuando hablamos de estructuras nos referimos a como se expres el liderazgo, como se distribuye, se ordena el trabajo y se ejercen las funciones dentro del sistema y las relaciones entre sus constituyentes.  La estructura nos dice el cómo se hacen las cosas dentro de una institución, cómo se maneja el poder, cómo se establecen las comunicaciones y como se toman y ejecutan las decisiones fundamentales, y, ante todo cómo se cumple la misión. Es decir, la forma de iglesia nos dice como es la cultura organizacional en dicha organización. 

ESTRUCTURAS ORGANIZACIONALES COMUNES EN NUESTRO MUNDO 

A continuación las cuatro (4) estructuras organizacionales más conocidas en nuestro mundo contemporáneo:

(a) Estructuras burocráticas: Estructura en que se basa la teoría clásica organizacional.  Se caracteriza porque el poder lo determina el individuo, basado en la posición que ocupa dentro de una jerarquía.  Existe dentro de esta estructura un nivel ejecutivo que toma las decisiones, un nivel medio que las implementa y un nivel operacional que realiza el trabajo como producto de las decisiones tomadas. 

(b) Estructuras colegiadas: En esta estructura cada componente del sistema participa e influencia en la toma de decisiones y en la producción en general.

(c) Estructuras representativas: Estructuras que fomentan el compromiso entre los participantes y en cada aspecto o áreas de poder hay representatividad de todos los grupos participantes en el sistema.

(d) Estructuras desregulativas: Esta estructura funciona por inspiración de parte de los líderes carismáticos que la dirigen.

La mayoría de las estructuras eclesiasticas las podemos encontrar, de alguna forma, dentro de estas clasificaciones, aunque reconocemos que hay muchas formas de gobierno eclesiásticos que se hace difícil caracterizarlas por ser híbridas.

Es, por lo tanto, necesario entender, que la iglesia es esencia y forma, y estos elementos son interdependientes.  La forma hace visible la iglesia en el mundo y le da la concreción para que su esencia pueda ser entendida.  La forma responde a su realidad histórica y tiene como propósito servir de instrumento de manifestación a su esencia en un contexto particular. 

INTERDEPENDENCIA ENTRE LA ESENCIA Y LA FORMA

Aunque por razón de este escrito, hemos descrito ambos elementos por separado, sin embargo, es imposible en el plano real separar estos y mantenerse siendo iglesia fiel a Dios.  Es por esta razón que la iglesia como forma, tiene que mantenerse reformándose para responder con fidelidad a los tiempos donde esta proclama.  Cuando la forma de la iglesia no responde a la realidad histórica en que se encuentra, ésta se fosiliza y se convierte en una institución anacrónica, sin nada que decir o aportar a su contexto.  Se traiciona la esencia misma de la iglesia cuando convertimos en permanente y sacralizamos la forma de ésta.

UN NUEVO PARADIGMA PARA UN NUEVO ORDEN

La pandemia de Covid-19, junto a la crisis del cambio climático y la crisis alimentaria y energética creada por la guerra rusa-ucraniana, ha producido un nuevo paradigma global, tanto en la salud integral humana, lo socioambiental y lo laboral.  Este paradigma emergente tiene como principal vehículo la prevención, tecnología, y el uso de fuentes sustentables de energía.  Aunque este paradigma parezca no estar vinculado directamente a lo eclesiástico tiene implicaciones profundas para la vida de la iglesia y su ministerio. 

El nuevo paradigma afecta totalmente la concepción de la misión de Dios a través de su Iglesia, y la reinterpretación de esta en los contextos donde se proclama y se sirve.  En los textos del Nuevo Testamento la misión redentora de Dios no es algo etéreo que ha de ocurrir en un futuro, sino que envuelve toda la vida en el presente de los actores (incluyendo los intereses sociales, económicos y políticos). La redención incluye la restauración de la integridad de la vida humana, revitalizando las comunidades, reestableciendo el orden del cosmos, y comisionando al pueblo de Dios para poner la Gracia de Dios en práctica entre ellos y hacia otros. 

Para los escritos del Nuevo Testamento, el Dios de Israel es el Gran Benefactor que manifiesta sus propósitos redentores en el ministerio de Jesús, y cuyo mensaje es que este beneficio transforma a los seres humanos y los capacita e inspira hacia nuevas formas de vivir en el mundo como servidores del reino.

Además, la salvación en el Nuevo Testamento se da en una tensión entre el «ya» y «todavía no». La salvación se adquiere su máxima expresión en la encarnación de Jesús, su ministerio, muerte y resurrección. Sin embargo, los enemigos de Dios no han sido aún vencidos (1 Corintios 15: 25). Es decir, la esperanza bienaventurada de una resurrección con un cielo nuevo y una tierra nueva donde mora la justicia, no se ha completado (2 Pedro 3: 13).

Ahora bien, el saber que esa promesa es cierta, nos impulsa para luchar hoy por el bienestar y la justicia de los habitantes del planeta. La visión de que ya ha ocurrido la redención en Cristo, pero que esta llegará a su culminación en su venida, cuando se dará la resurrección prometida (1 Corintios 15: 23), nos da los elementos para proclamar y servir hoy de una forma equilibrada.

IMPLICACIONES PARA EL MINISTERIO EN EL NUEVO ORDEN

En el nuevo paradigma global emergente, el principal rol del ministerio cristiano es ofrecer un liderato a la humanidad que fomente la transformación y el desarrollo integral del ser humano conforme al prototipo de Jesucristo y su evangelio del reino de Dios.  Se hace necesario una vez más revisar lo que se entiende como ministerio y liderato cristiano a la luz de este nuevo paradigma.

El ministerio lo podemos definir como la actividad pública (no privada) de un creyente en Cristo Jesús, utilizando los dones espirituales recibidos junto a su individual personalidad, a nombre de Jesús y en el contexto de una comunidad de fe, para testificar, servir y hacer presente el Reino de Dios en la realidad contemporánea. El ministerio como liderato debe enfatizar sobre todo una articulación de la visión de lo que la iglesia es, su esencia y propósito, junto a la capacitación de los creyentes para ejecutar dicha visión, y convertirla en un ideal productivo que afecte todas las actividades de la iglesia.

(a) UN LIDERATO SUSTENTADOR

Podemos decir sin temor a equivocarnos que el ministro como líder es un «sustentador» que fomenta que cada creyente se apropie de la verdad de Dios revelada en la Biblia, que es Jesucristo, permitiendo que este lo transformen y a su vez transforme a través de él a otros y a su contexto. Cuando decimos que es un «sustentador» nos referimos a que enseña, afirma, soporta, defiende, resguarda, ampara y protege a sus constituyentes en el nombre de Jesús. 

Ahora bien, los recursos de la tradición cristiana (la Biblia y la teología) para una cumplir esta obra redentora son enormemente ricos y abundantes.  El poder hacer pertinente las Sagradas Escrituras y la reflexión teológica producida por la iglesia a las nuevas generaciones, y que encuentren en ella los criterios apropiados para su vivir en este mundo y ejercer sus vocaciones, es la función principal del ministerio pastoral. 

Tenemos que afirmar a la luz de lo anteriormente expuesto, que gran parte del ministerio pastoral en este nuevo paradigma consiste en guiar y alimentar el proceso interpretativo de la iglesia.  Ahora bien, ¿cuál es la limitación que tenemos? Por supuesto, la falta de un liderato pertinente con la habilidad para concebir y construir un programa educaciónal total en el cual cada faceta de la vida congregacional llegue a ser una apropiación y reconfiguración de la fe cristiana.

(b) ¿CUAL ES LA REALIDAD?

Las investigaciones recientes del Dr. George Barna, demuestran que en los Estados Unidos la mayoría de los pastores carecen de una cosmovisión bíblica, que pueda sustentar el ideal de líder al que aspiramos. Según Barna, lo que se observa en las congregaciones examinadas son líderes con una cosmovisión híbrida producto de su «sincretismo» que los descalifica para ser «sustentadores» de la tradición cristiana:

«But a new nationwide survey among a representative sample of America’s Christian pastors shows that a large majority of those pastors do not possess a biblical worldview. In fact, just slightly more than a third (37%) have a biblical worldview and the majority—62%—possess a hybrid worldview known as Syncretism.» [1].

Por «sincretismo» religioso, Barna entiende que es la combinación de ideas y aplicaciones de una variedad de cosmovisiones religiosas y culturales, formando una mezcla (melting pot) única pero inconsistente que representa las preferencias personales del que las proclama. Cuando se manifiesta este problema tenemos una iglesia confundida, sin vitalidad y falta de dirección para tomar decisiones adecuadas y congruentes con su fe. ¿No es eso lo que observamos hoy?

(c) EL GRAN DESAFIO

El líder o lideresa en este nuevo paradigma es un “criador” de una dialéctica entre Eucaristía y Solidaridad humana, entre Predicación y Servicio, Espiritualidad y Liberación, Liturgia y Vida, Cuidado y Justicia.  El ministerio debe fomentar la expansión mental entre sus constituyentes, el desarrollo de nuevos niveles de conciencia de sus servidos y romper todo “parroquialismo” que nos hace ver y hacer las cosas de una sola manera. 

Por otro lado, otros sectores han sacralizado la forma o estructura de la Iglesia y la forma de hacer misión, partiendo de la premisa que las necesidades actuales son las mismas del primer siglo en que surgió la Iglesia. De hecho, estos sectores han establecido como normativas las estrategias evangelísticas del primer siglo, desconectándolas de su contexto en lugar de abrirnos hacia nuevos horizontes, algunas veces insospechados que nos permita responder de forma más efectiva al reto de la expansión del Evangelio en nuestro mundo globalizado

Es de suma importancia entender que la concepción del liderato ministerial está directamente relacionado a lo que entendemos es la esencia de la Iglesia, y la forma en que esta se encarna en el mundo. No podemos separar al liderato ministerial de los modelos de iglesia que hemos adoptados, porque son interdependientes. Es por lo tanto relevante que reflexionemos tanto en nuestra forma de ser iglesia (estructura) y su misión esencial, junto a la forma que ejercemos nuestros lideratos ministeriales dentro de dicha iglesia y a la luz del nuevo paradigma presente en nuestro mundo. 

Muchas bendiciones

Preguntas para reflexionar:

  1. ¿Cuál es la estructura dominante dentro de tu congregación? ¿denominación?
  2. ¿Desde la perspectiva de la satisfacción personal, ¿cuán satisfecho estas con la labor que realiza la Iglesia?
  3. ¿Responde la estructura (forma) de tu organización al ideal de la esencia del ministerio cristiano? ¿Cuán congruente es la forma actual de tu congregación con la realidad del mundo a quién sirve?
  4. ¿Qué cambios propones para nuestras estructuras eclesiásticas?

Notas:


[1] George Barna, «Release #5: Shocking Concerning the Worldview of Christian Pastor.» Cultural Research Center at Arizona Christian University, (May 10, 2022): 1

Traducción: «Pero una nueva encuesta a nivel nacional entre una muestra representativa de pastores cristianos de Estados Unidos muestra que una gran mayoría de esos pastores no poseen una cosmovisión bíblica. De hecho, solo un poco más de un tecio (37%) tiene una cosmovisión bíblica y la mayoría –62%; posee una cosmovision híbrida conocida como sincretismo».

Bibliografía:

Barna, George. «Release #5: Shocking Concerning the Worldview of Christian Pastor.» Cultural Research Center at Arizona Christian University, May 10, 2022. Accesado el 10 de octubre de 2022, en https://www.arizonachristian.edu/wp-content/uploads/2022/05/AWVI2022_Release05_Digital.pdf

Hougaard, Rasmus & Jacqueline Carter. La Mente del Líder. Traducción Betty Trabal. Barcelona: Editorial Reverté, S. A, 2019.

Kung, Hans. ¿Qué es la Iglesia?. Barcelona: Herder, 1968.

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