En la mesa con los “telones” … reordenando la vida y las lealtades

Por Samuel Caraballo-López

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!”  Efesios 2:4-5

INTRODUCCIÓN

El texto del 11 de junio de 2023, tercer domingo después de Pentecostés, lo encontramos en el evangelio de Mateo 9: 9-13; 18-26.  En este escrito me concentraré en la primera de estas lecturas, que trata sobre el llamado de Mateo, el publicano (Mateo 9: 9) y el escándalo que esto crea entre los religiosos de su tiempo (Mateo 9: 10-13). No hay duda que el llamado de Mateo (Leví el de Alfeo) presenta un cambio de paradigma en la fe judeocristiana al final del primer siglo, en contraposición al judaísmo rabínico.

Este evento que nos narra el evangelio de Mateo ocurre en la ciudad de Cafarnaum (9: 1), la ciudad donde Jesús tiene su casa permanente (Mateo 4: 13; Juan 2: 12).  En dicha ciudad Jesús había sanado al paralítico judío que era acompañado por cuatro amigos (Marcos 2: 1-12), y que desató una pugna entre los fariseos con Jesús por haber declarado el perdón de los pecados del enfermo, atribuyéndose, según sus críticos, de una prerrogativa exclusivamente de YHVH.  Así que Jesús recibe en este milagro el epíteto de blasfemo, que formará parte del pliego acusatorio ante el tribunal judío durante su arresto (Mateo 26: 65).

Pasado el milagro del paralítico (Mateo 9: 1-8), Jesús ve a un “publicano” llamado Mateo sentado en el “telonio” (despacho para el cobro de los diversos impuestos) que le llama la atención. De hecho, el término griego “telonés” se utilizaba para identificar a un inspector de hacienda, es decir un funcionario del estado o del imperio, cuya función es, en este caso, el cobro de las contribuciones que cada ciudadano debía a Herodes Antipas y al gobierno romano.

La práctica del cobro de impuestos por el estado se había privatizado en el tiempo de Jesús, y los “telonés” eran contratistas independientes que asumían dicho servicio, y cuya ganancia (o pérdida) era la cantidad que sobrepasaba lo estipulado. Aunque regularmente, obtenían ganancias, lo cierto era que, si no lograban la cantidad establecida por el contrato, tenían que pagar el restante de sus propios bolsillos, y se arriesgaban a ser vendidos como esclavos en caso de incumplimiento.  Así que lo que parecía ser fuente de ganancia podría convertirse en fuente de desgracia para ellos.

DESARROLLO

  • Se llamaba Mateo

La vista de Jesús se posa sobre aquel “telonio”, cuyo nombre era Mateo:

Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme», le dijo. Mateo se levantó y lo siguió (Mateo 9: 9 NVI).

¿Qué observó Jesús en aquella persona? El texto no comenta nada al respecto.  Solo sabemos que aquel “telonio” recibe el mismo llamado que los pescadores, Simón y Andrés, y Juan y Jacobo habían recibido.  En el evangelio de Marcos este telonio es identificado como Leví, el de Alfeo (Marcos 2: 14), y en el evangelio de Lucas se le llama Leví solamente (Lucas 5; 27).

El llamado de Jesús nos iguala.  No hay llamado de primer, segundo o tercer grado.  El llamado de Jesús siempre es soberano, misericordioso e igualitario.  No hay duda de que Jesús reconoce la diversidad de dones, entendimientos, capacidades y experiencias de vida de los que Él llama, pero las diferencias no son motivo para menospreciar, juzgar, ni jerarquizar, ni crear clases o castas. Todos los que Jesús llamó eran pecadores.  La comunidad de Jesús es una diferenciada pero igualitaria en oportunidades y valor, porque todos han sido llamados por la misericordia de Dios, sin tener méritos ni tomar en cuenta sus diferencias.

La decisión por parte de Mateo de seguir a Jesús es peligrosa, arriesgada y valiente.  Mateo frente al llamado de Jesús, renuncia a la imposición de Herodes Antipas y el imperio romano, para someterse ahora a la imposición amorosa del Mesías, con las implicaciones que esto tenía.

  • Un llamado radical

¿Cuál era el significado de este llamado para Mateo?  Todo llamado de Dios implica un reordenamiento de la vida y un cambio de lealtades. 

Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. 11 Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos:

—¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

12 Al oír esto, Jesús les contestó:

—No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. 13 Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mateo 9: 10-13 NVI)

Es interesante que en el verso 10, Jesús, aparece en la casa de Mateo con sus discípulos y acompañado de muchos “telonés” y pecadores.  Lo que más llama la atención es que está reclinado formando una “comunidad de la mesa” con estos.  La escena es escandalosa para un judío tradicional, y muy especialmente para los fariseos que merodeaban por Cafarnaum.  Al entrar un judío a la casa de un publicano se hacia ritualmente impuro, y mucho más, para un fariseo, asociarse por medio de la comunión de la mesa con un publicano era un acto insensato.

La pregunta, que el evangelista Mateo pone en boca de los fariseos, era también la pregunta de muchos judeocristianos que forman parte de la comunidad cristiana a finales del primer siglo d.C.; ¿Pueden los cristianos sentarse a la mesa con los pecadores antes que estos se arrepientan y cambien?

Los fariseos, y algunos cristianos judeocristianos solo ven los fracasos de las personas, Jesús ve sus necesidades.  Los fariseos requieren arrepentimiento y cambio de vida como requisito previo para sentarse en la mesa común con los pecadores.  Jesús vino a cumplir su misión que es “salvar su pueblo de sus pecados” (Mateo 1: 21).  Encontrar a Jesús es encontrar la vida a un nuevo nivel.

¿Qué es la mesa para la cultura mediterránea del I siglo?  Es el espacio de comunicación e identificación entre los reunidos.  Compartir la mesa es establecer relaciones e intercambios diversos que incluyen establecer acuerdos y convenios.  En la cultura helenista compartir la mesa es el lugar de oportunidades, y de búsqueda de estatus, junto a la afirmación de la práctica de la reciprocidad entre los comensales. Regularmente los de igual estatus social, político y religioso comían juntos.  Compartir el pan es hacerse «compadre» o «comadre», es decir, que se tiene algún tipo de afinidad.

Frente a estas connotaciones del comer juntos, hay que hacer preguntas, y estas provienen de los más críticos: ¿Qué hace su “Maestro” sentado en la misma mesa de los “publicanos” y pecadores?  ¿Acaso el no tiene entendimiento que estar sentado con pecadores lo contamina y reduce su estatus como rabino?  El famoso refrán de nuestra cultura “dime con quien andas y te diré quién eres” estaba también presente en aquel contexto.

La respuesta de Jesús no se hace esperar: “No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos.”  Muy cierto, los que necesitan salud son los que carecen de ella.  La medicina es para los enfermos, por lo tanto, es una necesidad fundamental de los seres humanos.   La medicina no puede discriminar por clases sociales, el motivo de la medicina es el enfermo, sin importar su estatus social, político o religioso o de género.  Jesús había venido a buscar y salvar lo que se había perdido.  En la segunda parte de la expresión. Jesús, haciéndose eco de los profetas de Israel, declara: “Ve y aprende lo que significa, misericordia quiero y no sacrificios” (Oseas 6:6, “y conocimiento de Elohim y no holocausto.”) 

Creo que Jesús nos invita a aprender en su escuela, hay que volver a lo básico: “Porque no he venido a llamar justos sino pecadores.”  La misericordia antecede a todo sacrificio. Tanto la Iglesia de Mateo como nosotros hoy necesitamos volver a los fundamentos del evangelio. 

La invitación de Jesús a los “cristianos fariseos” de la comunidad de Mateo es clara; “me siento a la mesa con los publicanos y pecadores, porque ahora se ha manifestado la misericordia de Dios para salvación a todos los seres humanos.”  Es abriendo espacios en la mesa para los pecadores que Jesús demuestra y trasmite su misericordia redentora.  Jesús rompe con la sacralidad judía, de que solo se comparte la mesa con aquellos que son y creen como yo (religión uniforme, confesional y étnica). 

Jesús llama a Mateo a seguirle, y junto a él, los telones rechazados de la religión oficial judía se sienten atraídos a la mesa, porque no se les exige primero un cambio radical de conducta y profesión.  Por supuesto en los contextos de pluralidad y sincretismo la fe cristiana tiene que distinguirse para no confundirse, sin que esto signifique menoscabo de otras visiones religiosas.

CONCLUSIÓN

Hay una pregunta que la comunidad de Mateo tiene bajo discusión: ¿Debe una persona cambiar antes de entrar en comunión con Dios? La contestación es sí y no.  La invitación es a los “cansados” y “cargados” (Mateo 11: 28).  Ellos son invitados a venir, así como están para que encuentren descanso en Jesucristo.  Es decir, la fe cristiana invita a todo ser humano como este a abrir su corazón para que el Espíritu lo transforme.  He ahí la diferencia entre el judaísmo rabínico de finales del siglo I, que se encuentra en competencia con el judeocristianismo.

La fe cristiana entiende que la transformación es necesaria como propósito de Dios para la vida de los seres humanos, pero la invitación es a todos a venir, sin importar su condición al acercarse a la comunidad.  El venir al llamado tal como estas, implica la necesidad de transformación existente en el que se acerca, junto a la apertura a que Dios cumpla su propósito en ti.

No hay un molde, ni uniformidad para el llamado divino.  No todos los publicanos forman parte de los doce, pero Mateo los representa a todos.  La presencia de Mateo en la comunidad de los doce, indica que los pecadores y los publicanos son invitados por Jesús a seguirle y a la comunidad que el creo y edifica continuamente.  No somos dueños de la comunidad de fe, solo somos parte de ella, y hemos sido igualmente llamados junto a otros, aunque diferentes a ti, son también objetos del amor de Dios. 

La transformación no ocurre de la misma forma y al mismo tiempo para todos, y los procesos de cambios son particulares para cada cual, porque hay diversos factores que interactúan en el proceso.   Es por eso por lo que existen posturas diversas frente al tema de la pureza ritual en la comunidad de Mateo, y en nuestras congregaciones cristianas.  Al menos hay dos (2) posturas que fueron y son debatidas en nuestras comunidades de fe:

  1. Los de línea dura que adoptan posturas estrictas en cuanto al tema de la pureza ritual (Mateo 5: 46-47; 16: 24-27; 18: 15-17)
  2. Los de gesto de acogida que ven la misericordia como previa al sacrificio y al cambio de conducta (Mateo 11: 19, 28-30; 21: 31-32)

Lo cierto de esta realidad, que la práctica de uniformar la fe, puesta en práctica por el judaísmo rabínico, es rechazada por la comunidad de Mateo.  La respuesta de Jesús es clara, todos son invitados a la mesa del amor de Dios (ágape), pero no pueden permanecer igual de pecadores luego de conocer a Jesús.  Es cierto que el arrepentimiento es un requisito “sine qua non” para formar parte de la comunidad cristiana, pero este es un arrepentimiento “misericordioso”.  Es decir, aquellos que queremos añadir personas a la mesa de la fe, tenemos que manifestar solidaridad, paciencia y amor sufrido para aquellos que queremos acercar a Dios.  La misericordia es previa al cumplimiento legal del arrepentimiento, y por supuesto al cambio de vida.

Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo. Tito 3:5

Muchas bendiciones.

Bibliografía

France, R. T. The Gospel of Matthew. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2007.

Pikaza-Ibarrondo, Xavier. El evangelio de Mateo. De Jesús a la Iglesia. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2017.

Wilson, Walter T.  The Gospel of Matthew, vol. 1. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2022

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