Un cambio de mando … los nuevos inquilinos de la hacienda

Por Samuel Caraballo-López

“Y es verdad. Pero ellos fueron rechazados por no confiar en Dios, y ustedes fueron aceptados solamente por confiar en él. Así que no se pongan orgullosos; más bien, tengan cuidado” (Romanos 11: 20).

INTRODUCCIÓN

El texto del 8 de octubre de 2023, décimo noveno (19) domingo de Pentecostés,  lo encontramos en Mateo 21: 33-46.  Esta narrativa forma parte de una serie de tres (3) parábolas que iniciamos su discusión el pasado domingo (Mateo 21: 28-32), y que contienen la respuesta radical de Jesús a los líderes de Jerusalén. 

Durante este domingo discutiremos la parábola de los labradores malvados, cuya fuente primaria es el evangelio de Marcos 12: 1-12, y que el evangelio de Lucas 20: 9-19 también registra.  Estas parábolas preparan el camino para la discusión que el evangelio de Mateo 23 registra, en donde se hace la denuncia más fuerte contra todo el liderato de Jerusalén y se anuncia la «desolación» del templo (Mateo 23: 37-39).

DESARROLLO

(a) La Parabola de los inquilinos malvados (Mateo 21: 33-41)

El relato comienza con un terrateniente que plantó una viña, la cercó y organizó de forma adecuada, la arrendó a unos labradores y se va lejos (verso 33).  Este relato refleja una situación económica de Palestina que era común en los tiempos de Jesús en que grandes extensiones de terrenos pertenecían a latifundistas extranjeros, los cuáles arrendaban los terrenos a grupos de labradores locales. En el contrato de arrendamiento se establecía qué parte de lo que se cosechaba era para el propietario el cual ejercía su derecho enviando a gente de confianza a recaudar lo correspondiente.

Esta forma de latifundio generaba un fuerte descontento entre los campesinos de Palestina y en muchas ocasiones esto acababa en revueltas cruentas. No dudamos que alguno de los ancianos y principales sacerdotes de Jerusalén, poseyeran tierras que designaban también para el arrendamiento fuera de la ciudad santa.

En esta parábola hay ecos de la tradición del profeta Isaías, en la que se presenta la alegoría de Israel como la viña de YHVH (vea Isaías 5: 1-7). Hay algunas diferencias entre el relato del profeta Isaías y la parábola de Jesús. En la alegoría del profeta Isaías, el problema de la viña fue la calidad de los frutos producidos luego de tantos cuidados agrícolas: “Esperó a que diera uvas, pero dio agrazones” [1] (Isaías 5: 2); en la narrativa de Mateo el problema no estuvo en la viña sino en la maldad de los inquilinos (Mateo 21: 35-39). 

En Isaías el castigo es para la viña que será “arrasada y desolada” (Isaías 5: 6) ; y en Mateo los inquilinos malvados perderán la viña, y ésta será arrendada a nuevos labradores.  En Isaías el final del relato es que la viña será arrasada (Isaías 5: 6), y en Mateo queda la esperanza de un nuevo futuro para la viña, pero con nuevos inquilinos (21: 43). A pesar de las diferencias, el significado de ambos relatos es el mismo: Israel ha fracasado por no producir los frutos esperados por Dios.

El punto culminante de la parábola de Mateo lo encontramos en los versos 37-39 en que ocurre la intervención inesperada del hijo del terrateniente:

Finalmente, le envió a su hijo, pensando: Respetarán a mi hijo. Pero los labradores, viendo al hijo, dijeron entre sí: Éste es el heredero; ¡venid, matémoslo y poseamos su herencia! Y prendiéndolo, lo echaron fuera de la viña, y lo mataron (Mateo 21: 37-39).

En resumen, los inquilinos demuestra su maldad con sus acciones:

  • Retienen para sí la parte correspondiente al propietario (verso 34).
  • Agreden vilmente a todos los enviados del propietario (golpean, matan y apedrean) (verso 35).
  • Y actúan violentamente y de forma deliberada con el hijo, prendiéndolo, lo echan fuera de la viña, y lo asesinan, con la intención de poseer la propiedad (verso 38-39).

(b) Intención e interpretación de la parábola por Jesús (Mateo 21: 42-26)

Aunque todos los evangelios sinópticos narran esta parábola de forma similar, Mateo en los versos finales establece la intención que el tiene en su narrativa (Mateo 21: 43). Dada la morosidad y violencia de los inquilinos de la viña, ésta le será quitada y dada a un pueblo que produzca los frutos que el terrateniente espera cada tiempo.

La denuncia es tan gráfica que sus implicaciones “mojan” a todos los que ejercemos alguna labor de liderato o servicio en las comunidades y naciones.  Los líderes de Jerusalén habían olvidado quiénes eran y cuál era su misión y por lo tanto, sus frutos no correspondían a esta. Ya Jesús había anticipado este momento en la experiencia con la higuera estéril (Mateo 21: 18-22). Los frutos que Jesús buscaba no estaban en la higuera, que era otra representación alegórica de Israel.  Los frutos en Mateo se refieren al estilo de vida que Dios requiere de su pueblo (Mateo 3: 8, 10; 7: 16-20; 12:33). Jesús les recuerda a estos líderes de Jerusalén cuáles eran esos frutos: “pero dejasteis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.” (Mateo 23: 23).

La falta de “buenos frutos” es un indicativo del fracaso de cualquier sistema o práctica religiosa. La incongruencia entre lo que decían creer y sus acciones concretas habían erosionado la confianza del pueblo en estos maestros y líderes espirituales.  La pasión por la justicia, la misericordia y la fe se habían extinguido del corazón de ellos y eran simplemente «mercenarios» de aquella institución religiosa. ¡Que lamentable realidad!

(c) El mensaje profético de Jesúslos líderes de Jerusalén han perdido su derecho sobre la viña de Dios.

Las palabras del profeta Ezequiel sobre los líderes de Judá, previo a la destrucción del templo de Salomón, se repiten al pie de la letra en el nuevo contexto de Jesús:

Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza, y di a esos pastores: Así dice Adonay YHVH: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben acaso los pastores apacentar ovejas? (Ezequiel 34: 2)

La llegada del dueño es parte de la interpretación de la parábola (verso 40).  Esta llegada no se refiere a la venida de Cristo, sino a la intervención que en cualquier momento puede hacer Dios en la historia humana. ¿Qué hará el propietario con aquellos labradores malvados? La respuesta de los ancianos y sacerdotes es clara: “a los malos destruirá atrozmente, y arrendará la viña a otros labradores que sean responsables» (Mateo 21: 41). Palabras con luz que juzgan a los parlantes, y que nos evoca de igual forma lo sucedido entre el rey David y el profeta Natán (2 Samuel 12: 5-7)

Jesús en un estilo típico de Mateo les cita el salmo 118: 22-23:

La piedra que desecharon los edificadores, Esta se ha convertido en piedra angular.  De parte de YHVH se hizo ésta, Y es maravillosa a nuestros ojos (verso 42).

El orador del salmo 118 es el rey y este texto se refiere a la vindicación de Israel sobre los enemigos que lo despreciaban.  Mateo presenta a Jesús como la encarnación personal de Israel. Por lo tanto, la “piedra”* que desecharon los edificadores y que en la parábola es echado fuera de la viña y asesinado, se refiere a Jesús, el “hijo” de Dios [2] Israel en un impulso de rebeldía ha “asesinado” su futuro y por lo tanto ya no tiene ninguno (Mateo 23: 37-39). Ahora el Hijo asesinado, que resucita se relacionará con otra nación, que produzca los frutos requeridos a su tiempo para el “Propietario”.

Como resultado de la estructuración inesperada de este final (verso 42), Jesús, que era el futuro de Israel, se aleja de estos inquilinos morosos, violentos y malvados, y los despoja de la viña. De la misma forma que los constructores rechazaron la piedra, solo para encontrar que su decisión fue anulada, y dado que la piedra rechazada se le dio el lugar de mayor importancia, así mismo verán como el hijo rechazado por ellos, y asesinado, es aquel a quien Dios ha escogido en su lugar. Es decir, para el evangelista Mateo, el hijo rechazado y asesinado desplaza a Israel como inquilinos de la viña del Señor.

Según Mateo, la viña que era administrada por la nación de Israel no es destruida como en el caso de Isaías 5, sino que se le da una nueva esperanza al darle la administración a una nueva nación, es decir, habrá nuevos inquilinos.  Esta nueva nación es una persona, Jesús que representa la encarnación personal de Israel (siervo sufriente de Isaías), y que recoge bajo su nuevo gobierno a diferentes personas tanto gentiles como judíos, con una nueva identidad, extraída de ambos pueblos y coloreada por la fe.

Esta visión que Mateo nos trae ya se encontraba en Daniel 7: 27:

Entonces se dará a los santos,
    que son el pueblo del Altísimo,
la majestad y el poder
    y la grandeza de los reinos.
Su reino será un reino eterno,
    y lo adorarán y obedecerán
    todos los gobernantes de la tierra”. (NVI)

Así que hay una transferencia de la viña a un pueblo diferente que no es el Israel histórico que Daniel había conocido, pero que cumple el mismo papel de inquilino de la viña que tenía Israel.  El apóstol Pablo lo va ha decir de forma más gráfica:

Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que aparece exteriormente en la carne, sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra, cuya aprobación no proviene de hombres, sino de Dios (Romanos 2: 28-29).

CONCLUSIÓN

Hay varios puntos importantes en esta serie de parábolas (las anteriores y posteriores). El liderato judío de Jerusalén pierde la “viña” que le había sido delegada. Al ellos rechazar y matar al Hijo, que era su futuro, se quedaron sin futuro. Ahora Dios tratará con una nación que reconozca su soberanía. Los antiguos inquilinos perdieron la viña (porque no produjeron los frutos esperados y su rebeldía los lleva a acabar con su futuro, el Hijo de Dios).  Ahora una nueva nación, que es Jesús, se hará cargo de la viña para producir los frutos que Dios espera y a su tiempo. 

Este relato nos sirve de advertencia, la nueva nación de Jesús de la que formamos parte no puede presumir, y olvidar la misión de Dios que se le ha encomendado. De de la misma manera que aquellos primeros inquilinos perdieron la viña, nuestra falta maldad y la ausencia de frutos de amor, justicia y misericordia nos puede augurar el mismo fracaso de Israel. [vea próxima parábola Mateo 22: 11-13].  El apóstol Pablo nos hace una gran advertencia que debemos tomar en serio:

Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas, y llegaste a ser coparticipe de la raíz, de la rica savia del olivo; no te jactes contra las ramas, y si te jactas, sabe que no sustentas tu a la raíz, sino la raíz a ti. … Bien, por la incredulidad fueron desgajadas, y tu por la fe estas firme. No seas arrogante, sino teme. Porque si Dios no eximió a las ramas naturales, tampoco a ti te eximirá. (Romanos 11: 17-18, 20-21)

PAZ! Muchas bendiciones!

Notas:

[1] «Agrazones» es un tipo de uva que nunca madura. En nuestro país la llamamos frutos maguados.

[2] En arameo, el idioma de Jesús, y que parece haberse escrito inicialmente el evangelio de Mateo, la palabra “piedra” e “hijo” suenan de forma similar. Nos parece que es intencional la correlación que hace Mateo de “piedra” que desecharon y el asesinato del “hijo” del propietario.

Bibliografía

France, R. T.  The Gospel of Matthew. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdemans Publishing Company, 2007.

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