El seguimiento radical de Jesús … un nuevo orden de vida–Parte II

Por Samuel Caraballo-López

INTRODUCCIÓN

»No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. 35 Porque he venido a poner en conflicto

»“al hombre contra su padre,
    a la hija contra su madre,
    a la nuera contra su suegra;
36 los enemigos de cada cual
    serán los de su propia familia”.[e]

37 El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. 39 El que se aferre a su propia vida, la perderá, y el que renuncie a su propia vida por mi causa, la encontrará. (Mateo 10: 34-39 NVI)

Esta es la segunda parte del texto del 25 de junio de 2023, quinto domingo de Pentecostés. El texto completo lo encontramos en Mateo 10: 24-39, que es parte del Discurso de la Misión y específicamente esta sección que trata de los “dichos fuertes de Jesús”. Por cierto, esta perícopa, que proviene de la fuente Q, es una de las más «escandalosas» y cuestionadas de los evangelios sinópticos.

Las declaraciones del texto que incluyen la posibilidad de persecución y muerte por lealtad a Jesús dejan una amarga e incómoda impresión en todos los que hemos escuchado estas palabras.  Realmente nos debemos preguntar, ¿Es este el mensaje de la llegada del reino de los cielos que se supone que fuese? ¿Es este el resultado de vivir como «luz del mundo» en medio de las tinieblas de este sistema? (vea Mateo 5: 13-16).

Sabemos por el sermón de la Montaña lo que Jesús claramente había expresado sobre la persecución:  

«Bienaventurados sois cuando os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros por causa de mí.  Alegraos y gozaos, pues vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas antes de vosotros.” (Mateo 5: 11-12)

No hay duda que las expresiones de Mateo 10: 34, son parte de los efectos colaterales de la Misión de Dios que quisiéramos omitir.  Es bueno aclarar que, aun cuando una de las características de la llegada del Mesías consistía en fomentar la paz (Isaías 9: 6-7; Zacarías 9: 10), la proclamación de las buenas noticias del reino de los cielos ha traído en muchas ocasiones respuestas violentas por aquellos que se sienten amenazados por dicho mensaje (Mateo 11: 12). 

Ahora bien, la hostilidad que genera el mensaje de Jesús no se debe al estilo, conducta o a la falta de sagacidad de los discípulos, sino al rol que ellos están asumiendo de representar a Jesús. No importa la bondad o diplomacia del discípulo, la persecución viene no por ellos, sino por causa de Jesús.  El discípulo tiene que entender que seguir a Jesús implica “renunciar” al derecho a una vida tranquila y sosegada. De hecho, seguir a Jesús es abrazar el «martirio», si fuese necesario, no como una forma de alcanzar méritos para la salvación, sino por la fidelidad en la realización de la Misión de Dios en el mundo (Mateo 10: 38-39).

DESARROLLO

(a) No paz, sino “espada (Mateo 10: 34-36)

No penséis que vine a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. Porque vine para poner en disensión al hombre contra su padre, y a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa (Mateo 10: 34-36 BTX).

Es importante entender que el seguimiento a Jesús, ni hoy, ni antes, significa una vida sin conflictos, aun cuando sabemos que Él es el príncipe de la paz (Juan 14: 27).

»No penséis que vine a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada (verso 34).

Lo conflictivo de esta expresión de Jesús está en que la paz es una aspiración de todo ser humano, y como hemos mencionado, el propósito de la venida del Mesías  es establecer un orden de paz, y el “shalom” es el rasgo distintivo de la era escatológica, según los profetas veterotestamentarios:

El lobo vivirá con el cordero,
    el leopardo se echará con el cabrito,
y juntos andarán el ternero y el cachorro de león,
    y un niño pequeño los guiará.
La vaca pastará con la osa,
    sus crías se echarán juntas,
    y el león comerá paja como el buey.
Jugará el niño de pecho
    junto a la cueva de la cobra,
y el recién destetado meterá la mano
    en el nido de la víbora.
No harán ningún daño ni estrago
    en todo mi monte santo,
porque rebosará la tierra
    con el conocimiento del Señor
    como rebosa el mar con las aguas.  (Isaías 11: 6-9)

El evangelio de Mateo 21: 4-5, llama la atención en como Jesús se presentó como el rey mesiánico, manso y humilde, que trae paz, y su estilo de no-confrontación será claramente afirmado en Mateo 12: 15-21, y demostrado durante el proceso de condena y muerte que se narran en los capítulos 26-27 de Mateo.  De hecho, el nacimiento de Jesús fue proclamado como el “amanecer” de la paz en la tierra (Lucas 2: 14).  Cuando Jesús envió a sus discípulos les exhortó a ofrecer la paz (Mateo 10: 13).  La construcción de la paz es parte esencial de la vida bienaventurada (Mateo 5: 9).

Si todo el discurso y la representación de Jesús está vinculada a la paz, ¿Por qué esta declaración del Mateo 10: 34?  Es importante que cada creyente entienda que el camino de la paz tiene como compañero a la justicia, y esta búsqueda de justicia le trajo a Jesús fuertes controversias, que podemos ver en los capítulos 21 al 23 de Mateo.  Es cierto que la totalidad de las experiencias de Jesús apuntan hacia la búsqueda de la paz, pero este camino hacia la paz esta coloreado por experiencias de conflictos de carácter no militar, pero si de confrontaciones con los poderes de este mundo.

El término “espada” no puede entenderse literalmente como el uso de la fuerza o la violencia, que está explícitamente prohibida por Jesús:

Pero he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendió su mano y sacó su espada, hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja. Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada a su lugar, porque “todos lo que toman espada, a espada perecerán” (Mateo 26: 51-52)

La expresión “espada” en el verso 34 es realmente una metáfora para referirse al conflicto y el sufrimiento, y que el evangelista Lucas, lo traduce por “división” familiar:

Vine a echar fuego en la tierra: ¿y qué mas quiero, si ya fue encendido? Pero aún tengo un bautismo para ser bautizado, y cómo me angustio hasta que sea cumplido! ¿Pensáis que vine a traer paz en la tierra? No, os digo, sino división. Porque de ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos: tres contra dos y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. (Lucas 12: 49-53 BTX)

Los versos 35-36 de la perícopa, son citas directas del profeta Miqueas 7: 6.  Para muchos intérpretes el texto de Miqueas es un eco profético del efecto de la predicación de Jesús, y dicha división familiar, que tanto en Mateo 10: 21 como en los textos bajo consideración, confirman esto.  Es cierto que Miqueas esta hablando de la situación dolorosa de su propia época, pero la interpretación rabínica judía enseñaba que se refería a la era mesiánica. Esta visión angustiosa, al igual que la “espada” del verso 34, se presenta como parte de los efectos de la misión de Jesús.

La “enemistad familiar” no es una virtud, ni es tampoco la experiencia universal de los discípulos de Jesús; sin embargo, es el efecto del establecimiento de prioridades. La lealtad a Jesús y su misión debe encabezar la lista de las prioridades de un discípulo, y como resultado esto puede hacer que los lazos familiares se pongan tensos, y en algunos momentos ocurra rotura. De esta tensión y fragmentación familiar se ha de recrear la nueva familia mesiánica de Jesús.

(b) Un nuevo orden que subvierte el orden social y cultural (Mateo 10: 37-39)

El que ama a padre o madre más que Mí, no es digno de Mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí. El que halló su vida la perderá, y el que perdió su vida por causa de Mí, la hallará (Mateo 10: 37-39 BTX)

En Mateo 10: 37, Jesús nos lleva a la clarificación de nuestras lealtades, que ahora son explícitamente declaradas.  Tanto Lucas (14: 26) como Mateo son consistentes en esta declaración, aunque el primero utiliza frases idiomáticas de procedencia semítica para expresar el mismo principio. La frase del evangelista Lucas, “si alguno viene a mí y no aborrece …”, que hemos explicado en otros escritos, no tiene connotaciones afectivas, sino jerárquicas (Gen. 29: 30-33; Deut. 21: 15-17; Mal. 1: 2-3).  Esto se ejemplifica en Jesús, al enfrentar a su propia familia cuando estos intentar tomar control sobre Él, dado que consideraban que estaba «fuera de sí» (Marcos 3: 21).

Por otro lado, no podemos olvidar que Jesús critica severamente a los fariseos y escribas por tratar de evadir su responsabilidad con el mandamiento de honrar a sus padres (Mateo 15: 3-9).  Además, Jesús afirma que este mandamiento de Moisés permanece como de fundamental importancia en su presente (Mateo 19: 17-19). Ahora bien, Jesús clarifica que el cuarto mandamiento y otros mandamientos deben ser ejercidos bajo el plan y propósito divino, y en el momento que algún mandamiento va en dirección opuesta al llamado de Dios, el discípulo verdadero tendrá que decidir que decisión tomar (vea Mateo 8: 21-22).  

En Mateo 10: 21 y 38, se levanta la posibilidad del martirio como un resultado de la lealtad a Jesús, y que se realza con la imagen de “tomar su cruz” y seguir detrás de Él (Mateo 16: 24). De hecho, nosotros como creyentes utilizamos la cruz como una palabra y un símbolo, pero en la mayoría de las veces, sin las connotaciones que significó para los primeros cristianos (Gálatas 6: 14). 

La crucifixión era considerada por la mayoría de los judíos como el más horroroso de los castigos, y que por ser una forma de ejecución romana para los esclavos y rebeldes políticos no-ciudadanos, llevaba un estigma de desgracia social, tanto para la víctima y como para su familia.  De hecho, la crucifixión no consistía solo del acto de “empalar” al reo, sino que tenía todo un protocolo previo de humillación e insultos por parte de la multitud durante la procesión hasta su lugar de ejecución.

Es por eso por lo que Jesús habla de la dignidad del discípulo fiel, aun cuando sufras una muerte indigna, salvaje y desgraciada.  El destino del discípulo será el mismo del Maestro tanto en la muerte como en la resurrección. Aun cuando no todos los discípulos sufran el martirio, la disposición de acatar dicha posibilidad esta ahí, y es por eso por lo que se lleva la cruz cada día siguiendo a Jesús.

Finalmente, el verso 39, cierra el discurso del llamado radical a seguir a Jesús y su misión.  La vida eterna esta vinculada, no al martirio, sino con la lealtad del discípulo a Jesús.  En el fondo de las expresiones de este verso esta el tema de las prioridades, que se han planteado a lo largo de la perícopa. El discipulado cristiano, no es una cuestión de vida o muerte, de miedo o valentía, sino de lealtad, que es algo mucho más serio que nuestros temores y aún más serio que el martirio mismo.

CONCLUSIÓN

Jesús envió a los «Doce» realizar la Misión de Dios entre las ovejas perdidas de la Casa de Israel. Era allí donde comenzaba la transformación de Israel, y de toda la humanidad. Los que deseaban mantener su vida pasada (salvar su propia vida), su judaísmo, sus costumbres, tradiciones y prácticas, incluyendo el orden familiar fundado en una relación de privilegios y desigualdad, terminarían perdiendo su vida. Por otro lado, los que eran capaces de renunciar al viejo orden, y seguir al Mesías, ganarían su propia vida.

Ese era la invitación que estos «Doce» enviados le harían a Israel: mueran a su exclusividad nacional para que puedan resucitar a la nueva vida del reino de los cielos que estaba ante ellos. Israel no podía seguir viviendo la vida de fracaso espiritual, y necesitaba subir de nivel, y eso solo era posible con la gran bendición que el Mesías les traía. Lamentablemente, el ofrecimiento del reino de los cielos dado y demostrado por el Mesías, y que los Doce proclamaban fue rechazado.

El Apostol Pablo declara que el delito de rechazo de Israel al mensaje y persona del Mesías, le trajo riqueza a los gentiles. Al ser Israel excluido por su incredulidad y dureza de corazón, nosotros los gentiles, siendo «Olivo silvestre», fuimos injertados, para ser participes de la raíz, de la «rica savia del olivo», que son las promesas de Dios hechas a Abraham (Romanos 11: 17-20).

El mensaje de salvación y vida eterna, componente medular de la Misión de Dios le ha sido ahora delegado a la Iglesia. Es nuestra responsabilidad y privilegio darlo a conocer a toda persona, en todas las épocas y generaciones hasta el Día de la venida del Señor. Qué Dios nos ayude a ser fiel! Muchas bendiciones,

Bibliografía:

France, R. T. The Gospel of Matthew.  Grand Rapids, Michigan:  William B. Eerdmans Publishing Company, 2007.

Pikaza-Ibarrondo, Xabier. Evangelio de Mateo. De Jesús a la Iglesia. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2017.

Wilson Walter T. The Gospel of Matthew, Vol. 1. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2022.

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