¿Estamos escuchando bien? … Parte II

Por Samuel Caraballo-López

INTRODUCCIÓN

Esta es el segundo escrito sobre el texto de hoy 14 de junio de 2020, segundo domingo después de Pentecostés y nonagésimo primer (91) día de cuarentena por el COVID-19, y que encontramos en Mateo 7: 13-27.

En el primer artículo hice un análisis de las dos (2) primeras escenas de la perícopa en discusión (Mateo 7: 13-14 y Mateo 7: 15-19), y en este me enfocaré en las dos (2) escenas finales de esta narrativa a mencionar:

(a) Mateo 7: 21-23: Tercera escena– es una mirada hacia aquellos que presumen que son de “adentro”, pero no lo son.

(b) Mateo 7: 24-27: Cuarta escena– se dibuja una línea “dentro” de la comunidad de fe entre aquellos que escuchan las palabras de Jesús y responden, y los que escuchan y no responden (Mateo 7: 24-27).

DESARROLLO

Te invito a reflexionar conmigo en estas enseñanzas muy pertientes para nuestro mundo hoy. Pasemos pues a la discusión de estos pasajes finales del Sermón de la Montaña.

Tercera Escena: «Cuando las cosas no son lo que aparentan ser» (Mateo 7: 21-23).

En esta tercera escena hay un contraste que ejerce una fuerte presión sobre nuestra sensibilidad como seguidores de Jesucristo.  Mientras en Mateo 7: 15 se nos alerta contra los “intrusos” que fingirán pertenecer al grupo, en este pasaje la advertencia es muy diferente.  Aquí nos encontramos con personas que «profesan» su lealtad a Jesús como Señor (kyrie), y que respaldan dicho entendimiento con impresionantes «logros» espirituales.

Observe que en el verso 21 se menciona, por primera vez en el evangelio de Mateo, el título Señor (kyrie) dirigido a Jesús.  El término “ho Kyrio”, en Mateo, y contrario a Lucas, es utilizado exclusivamente para referirse a YHVH, tal como se hace en la versión LXX. Por otro lado, el vocativo “kyrie” es más utilizado por los discípulos y el pueblo en el evangelio de Mateo para referirse a Jesús

En el verso 22 se mencionan las principales actividades carismáticas de la Iglesia primitiva tales como: profecías, reprensión de demonios y actos milagrosos.  Todas estas actividades eran realizadas en el Nombre de Jesús.  Sin embargo, en el día del juicio, los hacedores de estas obras portentosas son sorprendidos con una expresión de rechazo por parte de Jesús—aun cuando ellos han realizado estos actos “a favor del reino.”  ¿Cómo explicamos esto? Es posible que para un «calvinista radical», la explicación está clara — ¡nunca fueron escogidos! Sin embargo, la explicación no es tan simple. 

Estos creyentes, que pensaron que lo habían hecho bien como las “cabras” de Mateo 25: 44, no tenían idea de qué y en qué habían fallado.  Solo escuchan la voz de rechazo: «Apartaos de mí.» (verso 23).  La pregunta es, ¿En qué se basa dicho rechazo? Primero, es importante observar el texto dentro de la composición del Sermón de la Montaña (Mateo 5-7).  La base del rechazo de Jesús no se expresa en términos de la calidad de las obras hechas o no hechas, y mucho menos, en términos de la alegación de lo que profesaban.

Es importante observar en la narrativa que los «rechazados» forman parte de la comunidad, son de “adentro” y han realizado obras portentosas en Nombre de Jesús. Sin embargo, estas obras portentosas nunca fueron reconocidas por Jesús, y son considerados por este «hacedores de maldad» (verso 23, comp. con Salmo 6: 8).

Creo que hay dos (2) claves para descifrar este relato, y la primera la encontramos en el verso 21: “… sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, y la segunda en el verso 23: … “Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”.  La pregunta obligada es, ¿Es posible que tengamos creyentes en la comunidad de fe que utilicen los dones de Dios para su propio beneficio? La contestación es afirmativa.

El apóstol Pablo, hablando del propósito de los dones espirituales nos dice: “Y a cada uno le es dada manifestación del Espíritu para provecho mutuo” (1 Corintios 12: 7).   Es decir que el beneficio no es para el que ministra, sino para aquel que es ministrado. Esta declaración cancela todos los ministerios que solo saben «ministrar» para beneficio propio y crear co-dependencia entre sus ministrados. Yo puedo profetizar, reprender demonios, manifestar milagros para todo el mundo; con la intención de que estos «beneficiados» vuelvan una y otra vez a mí «buscando más de Dios».

Estos «ministradores» para su propio provecho, buscan ganar adeptos para ellos, en lugar de conectar a los seres humanos con el único Dios verdadero y con Jesucristo su Hijo. Estos, dijo Jesús actúan, como los escribas y fariseos (Mateo 23: 15).

El verso 21 plantea que se puede estar “adentro” sin necesariamente hacer la voluntad de Dios. Hay un contraste entre los que son meramente profesantes y los que son profesantes practicantes de la voluntad de Dios.  Es importante hacer el contraste entre “hacer cosas en la congregación” y otra cosa es ser conocido o validado por Jesucristo, el Señor de la Iglesia.  Estas expresiones no son sinónimos.  Recuerde que se pueden “hacer” muchas cosas, pero estas actividades no necesariamente representan la voluntad de Dios.

Creo que debemos reflexionar sobre nuestro activismo cristiano: ¿Cuáles de nuestras actividades representan en realidad la voluntad de Dios? ¿Lo que hacemos y decimos tienen como propósito que Dios sea glorificado? ¿Tenemos la capacidad crítica para examinar nuestras acciones y percatarnos cuando estas responden a nuestros intereses personales? ¿En qué momento convertimos nuestra acciones piadosoas en una labor para “las gradas” y no para Dios? ¿Cuántas cosas de las que hacemos tienen como intención incrementar mi imagen y no glorificar a Dios? Qué la misericordia de Dios nos proteja!

En el verso 22 el reclamo de los de “adentro” es que habían realizado múltiples actividades carismáticas en el Nombre de Jesús.  El uso del Nombre de Jesús para sostener nuestras acciones no garantiza un verdadero discipulado. De hecho, el desempeño exitoso de actividades carismáticas puede tener otras causas ajenas a Jesús (Mateo 9: 34, 12: 24). Aunque, todas estas señales son distintivas del reino de Dios y esperadas en ministerio de la iglesia (Hechos 10: 7-8), nunca pueden sustituir una relación personal con Jesucristo.

El uso del término “conocer” en el verso 23, tiene el mismo uso que en la mayoría de la literatura bíblica de ambos testamentos.  «Conocer» se vincula con una relación íntima y especial entre Dios y su pueblo (Amos 3: 2; 1 Samuel 2: 12; Jer. 22: 16; 24: 7; 31: 34).  La expresión “Nunca os conocí” significa que Jesús no lo reconoce como parte de su verdadera familia. Al ser rechazado en el verso 23, tiene como fundamento estos no son conocidos por el Señor, y dado han actuado independiente de Él, y lo que han hecho es maldad o desorden. 

El problema no es que no hicieron, sino que lo que hicieron no correspondía a la voluntad de Dios, y no edificaron con Jesús, sino que crearon caos. Aunque pensaron haberlo hecho bien, su falta de congruencia con la voluntad de Dios, lo que hicieron fue dañar al pueblo.  Jesús lo expresa claramente en este pensamiento: “El que no está conmigo, esta contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12; 30).

Cuarta Escena: Los dos constructores: Escuchando y haciendo- (Mateo 7:24-27)

Seré breve en el comentario sobre este pasaje, que ya he discutido en otros escritos. El paralelo de esta escena del sermón de la montaña la encontramos en Lucas 6: 46-49.  Con esta parábola culmina dicho sermón. Aunque hay algunas diferencias de estilo literario y en el uso de los términos de la construcción entre ambos evangelistas, el significado es el mismo, lo que indica que la fuente es la misma.

Aunque parece que esta parábola fue remodelada en varias ocasiones, mantiene la función original como la conclusión de un mensaje desafiante que ha dejado a los oyentes con una simple pero exigente elección: escuchar o ignorar, o escuchar y poner en práctica. No hay duda de que es una elección decisiva con consecuencias eternas.

Son las palabras de Jesús que deben hacerse (verso 24).   Estas palabras de Jesús son el equivalente a “hacer la voluntad de mi padre” (verso 21).  Por lo tanto, ignorar las palabras de Jesús nos llevará a un total desastre espiritual.  A diferencia de la imagen de los dos (2) caminos (Mateo 7: 13-14), esta parábola no traza una línea entre los de “adentro” y los de “afuera”.  Ambos constructores representan personas de “adentro” quienes han escuchado, las enseñanzas de Jesús. Podemos resumir esta parábola con el siguiente pensamiento: «De nada nos vale proclamar a Jesucristo si con nuestras acciones u omisiones cancelamos sus enseñanzas» (Lucas 6: 46). 

APLICACIÓN:

No hay duda de que al leer este cierre del Sermón de la Montaña se nos forma un “nudo” en la garganta que nos puede alterar el sueño.  Las expresiones: “Nunca os conocí”, y “¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!”, nos hacen reflexionar sobre nuestra trayectoria como líderes cristianos en nuestro país. ¡Cuántas actividades hemos realizado sin el aval de nuestro Señor Jesucristo! ¡Cuantas expresiones y actos que hemos considerado piadosos, han sido realmente actos para adelantar causas personales!

Pienso que este cuestionamiento de Jesús en Mateo 7: 13-27, no es un fenómeno nuevo en el Nuevo Testamento.  Es posible que a la luz de este doloroso autoexamen espiritual fue escrito el tratado de 1 de Juan y cito algunos versos:

19 En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él: 20 que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. 21 Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, 22 y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto. 24 El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio (1 Juan 3; 19-24).

Mis lectores, cuando nuestro corazón nos condena, acudamos a Dios en humillación y confiemos en su gracia y misericordia.  «Si alguno peca, defensor tenemos ante el Padre, Jesús el Mesías, el Justo» (1 Juan 2:1-2).  No olvidemos que Dios nos ha dado otro Consolador, que nos guía a toda verdad y toda justicia, si lo consideramos en todos nuestros caminos (1 Juan 4: 13). 

Cada seguidor de Jesucristo debe hacer la siguiente resolución: No ignorar el consejo del Espíritu en todo lo que planifiquemos, digamos o hagamos como parte de nuestro servicio a Dios.  No olvidemos que el que no recoge con Jesús, desparrama (Mateo 12: 30).  Muchas bendiciones.

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