Por Samuel Caraballo-López
Cuando escuchamos la expresion “espíritu” nos remontamos a la época de nuestra niñez y los relatos sobre “espíritus” y “animas en pena” que salían en la noche y asustaban a todos los que se encontraban a su paso. ¡Cuántos cuentos y leyendas, que nos hacian temblar de miedo escuchamos! –“la llorona”, “el yure”, “los entierros”, “el hombre sin cabeza”, “el mayoral nocturno”, “las cadenas que se arrastraban”–– y cuantos más que no quiero recordar. Al acostarme en la noche, me arropaba de pies a cabeza, aunque la temperatura fuese de 100 °F.
El texto del 17 de mayo de 2020, sexto domingo después de resurrección, lo encontramos en el Evangelio de Juan 14: 15-21, y éste nos habla también del “Espíritu”, aunque muy diferente a los relatos de mi niñez, ya que Éste es enviado por Jesús y el Padre, a sus discípulos, dado que se quedarían solos en este mundo.
En los textos que corresponden a este domingo, Juan 14: 15-21, Jesús habla a sus discípulos de la designación de su “Sucesor”. El vocablo griego que Juan utiliza es “parákletos” un término legal o forense ”, que literalmente significa “el que es llamado a estar al lado”. En el mundo helenista este vocablo generalmente se refiere al abogado defensor, que, poniéndose al lado de los que son acusados, los defiende de los cargos sometidos, hasta lograr su absolución.
En el evangelio según Juan, el Espíritu Santo es el “Sucesor” de Jesús, el que nos anima, ayuda y apoya en situaciones dificiles. Este paracleto, que dada la partida de Jesús, será enviado por el Padre para tomar el lugar de su Hijo, sin encarnarse. Es decir, el “Paraclitos”, viene a este mundo como agente de Dios sin ser limitado por la forma humana, lo que le permite vivir en, con y sobre los seres humanos.
A mi parece que esta declaración es importante para lo que nos esta sucediendo hoy. Luego de 63 días en cuarentena, la amenaza de muerte y enfermedad sigue vigente, pero no podemos olvidar que el “paráclito” está permanentemente con nosotros para apoyarnos en situaciones dificiles. ¿Cuán conscientes estamos de esta verdad?
Jesús promete no dejar huérfanos a los discípulos, porque conoce la naturaleza no redimida del mundo al que han de enfrentar: “No os dejaré huerfanos; vengo a vosotros” (Jn 14: 18). Este es un asunto puntual, Jesús nos asegura que no nos abandonará. El papel del Padre es medular en el Evangelio de Juan. Jesús tiene una relación especial con su Padre, y el Padre tiene una relación con todos los que creen en Jesús. Jesús vino a representar al Padre, y ahora el El Espíritu Santo asumirá el rol de Jesús sobre los creyente, que mientras cumplimos la mision de Dios. Él nos defiende de toda clase de enemigos en esta vida, y esta relación continuará en la vida venidera y para siempre (Juan 14: 16, 20; 2Corintios 5:5, Efesios 1: 13-14).
Ahora bien, este “Paráclito”, como mencionamos anteriormente, es también “Espíritu de la Verdad”. Es significativo que Jesús lo llama en este discurso de despedida tres (3) veces el “Espíritu de la Verdad” (πνεῦμα τῆς ἀληθείας) (Juan 14:17; 15:26; 16:13). ¡Me gusta esa expresión! ¿Qué significa esto? Una de las declaraciones que más me gusta de Jesús fue la respuesta que le dio a Tomás:
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Jn 14,6).
El “Paráclito”, además de cuidar paternalmente al creyente, tiene la función de afirmar la verdad de Jesucristo en medio de un mundo hostil. Jesús tenía muchas verdades que expresar a sus discípulos, pero se requería cierto grado de madurez para poder asimilarlas. Es el Espíritu de la Verdad, que comunica relacionalmente a sus seguidores la voluntad de Jesús resucitado y glorificado, junto a lo que oiga decir al Padre, en todas las épocas y circunstancias (Juan 16: 12-15).
Ese Espíritu de Verdad abrirá nuestro entendimiento para producir respuestas y soluciones sabias a los problemas sociales, políticos y económicos, espirituales y personales que aquejan a la Iglesia y al mundo.
Creo que es importante entender que Dios no se encuentra confinado en las Sagradas Escrituras. El texto de Juan 16: 12-15, nos plantea que el Espíritu Santo, continuará revelando las verdades de Dios y de Jesucristo a su pueblo, en la medida que la iglesia tenga la madurez para comprenderlas, sin que esto implique un “laissez faire”. Ahora bien, las Sagradas Escrituras y la Doctrina Cristiana serán siempre el criterio regulador de toda nueva revelación, y para discernir los “espíritus” que dicen hablar en el nombre del Señor.
Finalmente, el Espíritu de la Verdad, que el Padre y Jesús enviaron en Pentecostés, mantiene fielmente aferrados a los discípulos a la misma verdad que el Jesús histórico proclamó. Esa misma verdad que proclamaron los apóstoles se actualiza hoy por medio del Espíritu, para que su vitalidad y poder transformador continúe siendo el mismo y aún mayor (Juan 14: 12).
Bienvenido Paráclito, Espíritu de la Verdad, toma todo lo de Jesús y hazlo saber a tu pueblo. !Muchas bendiciones!