Ir o no ir al templo … ¿Quiénes son más vulnerables al COVID 19?

Por el Dr. Pablo García, Cardiólogo (adaptado por Samuel Caraballo López)

«La iglesia de Cristo es como el cuerpo humano. Está compuesto de distintas partes, pero es un solo cuerpo. El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Tampoco la cabeza puede decirles a los pies: «No los necesito».  Al contrario, las partes que nos parecen más débiles, son las que más necesitamos. Y las partes que nos parecen menos importantes son las que vestimos con mayor cuidado. Así las partes del cuerpo se mantienen unidas y se preocupan las unas por las otras.  Cuando una parte del cuerpo sufre, también sufren todas las demás. Cuando se le da importancia a una parte del cuerpo, las partes restantes se ponen contentas» (1 Corintios 12: 12, 21- 23, 25- 26).

Desde su aparición en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, el brote del nuevo COVID-19, ha generado una alarma de salud pública a nivel mundial. No se puede negar que para la ciudadanía la información puede resultar contradictoria.

Por un lado, se pide calma y se habla de una mortalidad baja, en torno a un 2.3% que es inferior a la de anteriores epidemias por coronavirus como el SARS-CoV o el MERS-CoV. Además, parece que este porcentaje fuera del epicentro del brote es más bajo, cercano al 0.7%.

Por otro lado, se bombardea a diario con información de su expansión minuto a minuto. En las noticias vemos como muchos viajeros quedan aislados de manera preventiva, se han afectado los mercados bursátiles y la OMS lo ha declarado pandemia.

Se trata habitualmente de una infección que manifiesta un cuadro gripal, es decir, con fiebre, malestar general, dolores musculares y tos, que habitualmente no produce moco. En una persona sana esta situación durara aproximadamente una semana, sin embargo, el cuadro puede complicarse si aparece dificultad respiratoria, requiriendo medidas de apoyo ventilatorio y la posibilidad de ingresar unidades de intensivos.

En cualquier caso, parece más razonable hablar del riesgo que tienen determinados sectores vulnerables de la población. Aunque el riesgo de una persona sana sea bajo, debemos adoptar ciertas medidas preventivas (lavado de manos) de igual forma. Será la manera más efectiva de proteger a los grupos de mayor riesgo, a los que tenemos que prestar atención.

El perfil de mayor riesgo

Por lo que declara el CDC, los grupos de mayor riesgo, hasta ahora, incluiría a varones mayores de 60 años con patologías crónicas sobre todo de tipo cardiovascular, o bien con factores de riesgo cardiovascular, que tienen alta presión, diabetes y son fumadores. También el riesgo sería mayor en personas con cáncer o con problemas respiratorios crónicos.

En las mujeres el cromosoma X y las hormonas femeninas podrían ejercer un efecto protector contra la infección y esto explica por qué los hombres se infectan más y mueren más, aunque el pronóstico depende sobre todo del número de enfermedades previas que se tiene o lo que se conoce como comorbilidades.  El término comorbilidad se refiere a la presencia de uno o más trastornos (o enfermedades) además de la enfermedad o trastorno primario, en este caso el coronavirus.

Que la edad avanzada y las comorbilidades nos otorgan un mayor riesgo, es extensible a otro tipo de enfermedades y es algo que sucede con otro tipo de infecciones respiratorias víricas, como el catarro, y que también se ha visto en los otros brotes anteriores por coronavirus.

¿Pero por qué estas personas tienen mayor riesgo?

Las personas con problemas como alta presión, obesidad y diabetes u otras patología cardiovascular y cerebrovascular tienden a comprometer o hacer deficiente el sistema inmunológico. Al tener las defensas comprometidas se hace más probable que se desarrolle una neumonía vírica grave, que implica el que los pulmones sean afectados produciendo insuficiencia respiratoria (dificultad para oxigenar la sangre).

A la inversa, el surgimiento de una neumonía grave puede descompensar una cardiopatía previa provocando una insuficiencia cardíaca, o bien empeorar una enfermedad coronaria, ya que dificultaría todavía más la llegada de oxígeno al músculo cardíaco alterando su función.

Además, en las enfermedades cardiovasculares existe un exceso de inflamación de manera crónica y global. Por ello cuando se instaura una infección respiratoria puede darse una respuesta inflamatoria exagerada, que no solamente afectaría a nivel cardiopulmonar, sino que lo haría en todo el organismo generando complicaciones en otros órganos.

Todos estos aspectos favorecen el que en personas con problemas cardiovasculares previos las infecciones por virus respiratorios como la gripe o el coronavirus provoquen mayor tasa de complicaciones y de mortalidad. 

Embarazadas y niños

En embarazadas no tenemos mucha información acerca del pronóstico, pero nos podemos basar en los casos registrados en brotes previos de coronavirus. Durante el embarazo en caso de neumonía grave, además del riesgo materno, esto puede derivar en pérdida fetal o partos prematuros. Esto sucede igual en otras infecciones virales respiratorias y es el fundamento de vacunar a las embarazadas contra la gripe.

No se ha demostrado la transmisión directa de la madre al feto ni que se produzca daño directo sobre la placenta. Los casos en bebés se producen por contacto directo, debido a la tos de la madre. Afortunadamente, en los niños la mayoría de los casos parecen cursar de manera leve o asintomática.

Pacientes con inmunodeficiencia

Los pacientes inmunodeprimidos, por inmunodeficiencias adquiridas como el VIH, o bien inmunosuprimidos porque están trasplantados o reciben tratamiento inmunosupresor por otras patologías, como por ejemplo quimioterapia para el cáncer, son un colectivo especial de riesgo. Deben estar prevenidos de infecciones respiratorias ya que son las complicaciones más frecuentes, pero estas medidas deben tenerlas en cuenta siempre y no solamente ante el coronavirus.

En pacientes con patología respiratoria crónica como bronquitis crónica, enfisema pulmonar o asma bronquial es también lógico que una infección viral pueda provocar descompensaciones de su cuadro de base y que desarrollen insuficiencia respiratoria, al tener ya comprometido su aparato respiratorio.

Conclusiones

  • El nuevo brote de coronavirus generalmente cursa como un cuadro febril benigno similar a la gripe, pero en ciertos colectivos, y al igual que pasa con otras infecciones víricas, puede tener una evolución desfavorable.
     
  • Las personas con diabetes y patologías cardiovasculares al tener un estado inflamatorio crónico pueden desarrollar con mayor frecuencia cuadros más graves.
     
  • Las medidas de protección son muy importantes en los colectivos vulnerables, más al tratarse de infecciones por virus nuevos a los que nuestro sistema inmune no está habituado y para los que no hay vacuna.

Esta realidad debe tomarse en consideración antes de acudir a actividades donde se conglomere grandes cantidades de personas. 

Por otro lado, la iglesia no puede abandonar a las personas que parecen tener mayor riesgo, y exhortar a sus poblaciones más saludables a apoyar a los menos saludables.

Muchas bendiciones,

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