Por Samuel Caraballo-López
INTRODUCCIÓN:
El texto del 6 de marzo de 2022, primer domingo de cuaresma, lo encontramos en Lucas 4: 1-13. En este relato se suscita un dramático conflicto entre Jesús, lleno del Espíritu Santo y el “diábolo” (el calumniador) o el espíritu del maligno. La clara intención del diablo es tentar al recién iniciado Benefactor de la humanidad.
¿Qué es la tentación? Del latín temptatĭo, la tentación es la instigación que induce el deseo de algo que no es conveniente, y, por lo tanto, puede llevar al actuar de forma moralmente indebida. Esa inducción a hacer algo inadecuado puede estar relacionado a una persona, una cosa, una circunstancia u otro tipo de estímulo. Bajo esta definición debemos mirar el conflicto entre Jesús y el diablo en las candentes arenas del desierto alrededor del río Jordán, en las alturas y en la ciudad de Jerusalén.
Este relato de la tentación que el evangelista Lucas nos narra, es una representación de toda la lucha entre lo divino y lo diabólico que se da a través de todo el libro de Lucas-Hechos. Adicional a esto, el texto de Lucas provee como contexto interpretativo el relato de Israel en el desierto (Éxodo 16-17; Números 13-36; Deuteronomio 6-8). Si miramos la narrativa de la tentación de Jesus y la comparamos con los relatos del desierto de Israel encontramos los siguientes paralelos:
(a) Ambos son guiados divinamente al desierto (Deuteronomio 8: 2; cf. Lucas 4:1)
(b) El uso del número cuarenta (40) (Éxodo 16: 35; Número 14: 34; Deuteronomio 8: 2, 4; cf. Lucas 4: 2)
(c) Ambos son reconocidos como Hijo de Dios (ejemplo, Éxodo 4: 22-23; cf. Lucas 4: 3, 9)
(d) La prueba o tentacion de Jesús es análoga a la experiencia en que Israel fue probado por Dios en el desierto (vea Deuteronomio 6-8); y
(e) Mientras Jesús estaba lleno y guiado por el Espíritu Santo durante su prueba en el desierto, por el contrario, Israel se rebeló y contristó el Espíritu Santo (Isaías 63: 10)
DESARROLLO
La narrativa de Lucas sobre la prueba de Jesús en el desierto (4: 1-13), la podemos denominar como un drama en tres (3) actos. El primer acto ocurre en el desierto alrededor del Jordán, inmediatamente después de concluir sus 40 días de ayuno (verso 3). El diablo invita a Jesús, sabiendo que tiene hambre, a ordenar a las piedras que se convirtieran en pan:
—Si eres el Hijo de Dios —le propuso el diablo—, dile a esta piedra que se convierta en pan (Lucas 4: 3, NVI).
Esta tentación parece ser la más humanitaria y lógica de todas, sin embargo, no es así. El desviar el poder creador delegado por el Espíritu Santo para fines personales no vículados a la misión de Dios, es una forma de corrupción que Jesús rechaza. Israel fue pasado por experiencias de aflicción y carencia de alimentos en el desierto para que aprendiera que no solo de pan vive el ser humano, sino que se vive de todo lo que sale de la boca de Dios. (Deuteronomio 8: 3). Esta tentación, que Israel no logró superar (Exodo 17: 1-7), es a mí parecer la que más a seducido a los seguidores de Jesús a través de la historia del cristianismo.
El tercer acto presenta la tentación más sutil, y en ocasiones necesitamos ayuda externa para percatarnos y entender lo que ocurre:
Lo llevó entonces a Jerusalem, y lo puso en pie sobre el pináculo del templo, y le dijo: Ya que eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, porque está escrito: A sus ángeles dará encargo acerca de ti, para que te guarden. Y: En las manos te llevarán para que tu pie nunca tropiece en piedra (versos 9-11 BTX)
De hecho, uno de los grandes problemas actuales de los líderes, es el narcisismo, que se disfraza con acciones de aparente piedad. Por narcisismo nos referimos a la complacencia excesiva de individuos y grupos en la consideración de las capacidades propias. El diablo invita a Jesús a hacer de su ministerio un fin en sí mismo, en lugar de afirmar que Él había venido a dar su vida por aquellos que se habían perdido (Lucas 4: 9 cf. Lucas 19:10). Es la gran tentación de tantos religiosos de considerarse “pequeños mesías”, que pretenden ganar adeptos para sí y sus causas, en lugar de conectarlos a la «cabeza del cuerpo» que es Jesucristo.
Finalmente, discutiremos el segundo acto de la tentación de Jesús, en la que Lucas establece las dimensiones de este dramático conflicto que va desarrollando en su Evangelio:
Y elevándolo, le mostró en una fracción de tiempo todos los reinos de la humanidad. Y le dijo el diablo: Toda potestad y gloria te daré, pues a mí me ha sido entregada, y al que quiero la doy. Si te postras pues y me adoras, será toda tuya (versos 5-7)
A pesar de que el diablo, en un acto de usurpación, le ofrece el poder sobre todo el mundo (Lucas 4: 6), Jesús, rechaza su ofrecimiento, y niega como cierta la presunción del diablo de tener dicha autoridad (Lucas 4: 8). Lamentablemente, Israel fue instruido para adorar al único y verdadero Dios, y a no seguir ningún otro dios (Deut. 6: 4-15), pero fue rebelde al mandato (Deut. 9: 6-29; cf. Hechos 7: 39-43). De hecho, Jesús, finalizada la tentación ejerce su autoridad y poder sobre los espíritus inmundos (Lucas 4: 35). Además, Jesús le niega todo reclamo de poder al tentador cuando «inviste» a los doce discípulos con poder y autoridad sobre todos los demonios (Lucas 9:1; cf. 10: 19).
Sin embargo, Jesús reconoce que, el diablo en su capacidad de seducir, puede engañar a muchos y hacerlos pactar con él para ser instrumentos de su maldad (el caos). El conflicto iniciado en Lucas 4: 1-13, se manifiesta en todo el Evangelio y en los Hechos, y su mayor expresión se da en Jerusalém (Lucas 19: 42-44; 22: 3-6). De manera dramática Jesús lo expresa durante el arresto en el Monte de los Olivos–“… el diablo los controla a ustedes, y él les mandó que lo hicieran ahora, porque es en la oscuridad cuando ustedes actúan” (Lucas 22: 53, TLAD). ¡Jerusalem es quien pacta con el diablo, para llevar a Jesús a la cruz!
CONCLUSIÓN
Cuando miramos este evento de la tentación en la totalidad del Evangelio de Lucas, los relatos de Israel en el desierto, y los Hechos de los Apóstoles nos percatamos que todas las acciones de Jesús y la iglesia descansan en el perímetro del conflicto cósmico, sin que medien los detalles desventajosos de la tradición apocalíptica[i]. Es sumamente importante entender este detalle para comprender la teología de Lucas-Hechos.
El conflicto que se inicia en el desierto de Judea entre Jesús y el diablo, continúa, y se convierte en uno de los propósitos de la proclamación de las Buenas Noticias del Reino: “… a fin de que abras sus ojos, para que vuelvan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios;” (Hechos 26: 18). Lucas pone la misión evangelizadora de la iglesia como un conflicto entre los propósitos de Dios y el intento de usurpación del maligno.
Cuando proclamamos este tipo de pasaje del Evangelio en nuestros contextos particulares, tenemos que hacer referencia al diablo como todo poder que es deficiente en comunicar valores, y que niega o minimiza la dimensión trascendente e inmanente de Dios. El reconocimiento de la trascendencia Dios es afirmar que éste está por encima del entendimiento humano, que no posee limitación y su santidad sobrepasa nuestras expectativas, y sin embargo, es inmanente, es decir, está presente y simpatiza con la vida humana en todas sus dimensiones y espera ser considerado en la totalidad de nuestros actos. Todo acción, promulgación o expresión, que consciente o inconscientemente falla en reconocer lo anteriormentente expresado, tiene sus raíces en lo que llamamos la esfera de influencia del diablo.
Hoy más que nunca tenemos que hacernos conscientes del conflicto en el que se desenvuelve nuestro mundo, y del cual todos somos actores, aun cuando estemos en diferentes bandos. Lucas describe en su Evangelio un constante conflicto entre los reclamos de Dios para el ser humano, y los contra reclamos de las fuerzas, instituciones, y factores externos diabólicos, que pretenden privarnos de nuestro derecho a funcionar como el pueblo de Dios, robándonos la identidad, y reduciéndonos de personas a cosas.
La cuaresma es la época en el calendario eclesiástico en que somos invitados a reflexionar sobre el bando en que nos encontramos. Tenemos que atrevernos a orar con la mayor sinceridad posible, y abrirnos hospitalariamente al Señor Jesucristo para que su poder benefactor nos alcance. Hagamos de la oración del salmista, nuestra oración:
Escudríñame, oh Elohim, y conoce mi corazón, Pruébame, y conoce mis pensamientos, Y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno (Salmo 139: 23ss BTX).
¡Muchas bendiciones!
Notas:
[i] Muy importante esta características para predicar sobre el Evangelio de Lucas y los Hechos de los apóstoles. Lucas presenta el conflicto cósmico sin aludir a las imagenes, símbolos y lenguaje, que son común a la tradición apocalíptica. Este conflicto cósmico entre el poder benefactor, que afirma los valores del reino de Dios representado por Jesús de Nazaret y los contravalores del diablo, se manifiesta como eventos cotidianos en toda la vida de Jesús y de la iglesia.
Bibliografía:
Danker, F. W. Proclamation commentaries: Luke. Philadelphia, PA: Fortress Press, 1987.
García, Santiago. Evangelio de Lucas. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, 2012. eLibro
Green, Joel B. The Gospel of Luke. Grand Rapids, Michigan: William B. Eermans Publishing Company, 1997.
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