Por Samuel Caraballo-López
¨Los que no quieren ser vencidos por la verdad, son vencidos por el error.” Agustín de Hipona
En el anterior artículo presenté evidencia que los temas de equidad e igualdad de género ya estaban incluidos en el currículo del DEPR desde el año 2003, y con mucha mayor amplitud que la mera prevención de la violencia contra la mujer, razón que el Secretario de Educación ha dado para justificar el diseño de un nuevo currículo de perspectiva de género.
La pregunta que asalta mi mente es la siguiente, ¿por qué el DE insiste en construir la ¨rueda¨ que ya existe?. En esta segunda parte discuto las verdaderas razones del surgimiento de un currículo de perspectiva de género para las escuelas públicas del país.
El Secretario de Educación, Rafael Román, manifesto en una conferencia de prensa que ya se estaba trabajando en la elaboración de un currículo de equidad con perspectiva de género, y que sería implantado a partir del año escolar que comienza en agosto del 2015. Dijo el Secretario, y cito:
¨Le puedo decir a los padres que pueden estar tranquilos, que el DE, el gobernador y este servidor estamos siendo bien cuidadosos y nos hemos demorado en publicar la carta circular y el currículo porque tenemos gente bien responsable trabajando con esto, de manera que podamos atender aquellas preocupaciones que los padres nos traen.” (El Nuevo Día, 12 de febrero del 2015)
Hay algunas preguntas que cada ciudadano debe hacerse al leer esta declaración del Secretario de Educación: ¿Quién o quienes están seleccionando u omitiendo los contenidos de equidad para el currículo que se pretende diseñar para las escuelas públicas de Puerto Rico? ¿Quiénes representan a los padres en esa mesa de diseño, construcción e implantación del currículo? ¿Qué representatividad de los diversos sectores de la sociedad hay en la mesa que diseña el nuevo currículo de equidad para la escuela pública, que es sostenida con las contribuciones de cada uno de los ciudadanos de este país?
En la Plataforma de Gobierno del PPD del 2012, en la sección de Seguridad, la Acción 9, página 28, se plantea el restablecimiento de la carta circular sobre perspectiva de género, derogada por la pasada administración. Se justifica este reestablecimiento debido a la existencia de «estereotipos» que deben ser eliminados de la sociedad puertorriqueña. Sin embargo, es cuestionable las medidas impositivas que el Estado (DEPR) utiliza para alcanzar dicho propósito.
De hecho, nos pareció iluminador, para completar el rompecabezas, la conferencia de prensa celebrada por el colectivo de CABE (Comité Amplio para la búsqueda de la Equidad), asumiendo el rol de principal portavoz de la iniciativa gubernamental. Su insistencia en que se imponga la perspectiva de género como estrategia transversal en los currículos de las escuelas públicas hace que levantemos la «bandera roja» de la sospecha.
Es importante que mis lectores sepan cuáles son los propósitos y objetivos de este colectivo (CABE) porque esto puede arrojar luz sobre los verdaderos motivos del Estado con este currículo de perspectiva de género. En la página oficial de CABE encontramos la siguiente declaración y cito:
“Nuestro colectivo (CABE) trabaja para incidir políticamente a favor de los derechos humanos de las comunidades LGBTT y propone acciones que atiendan de manera transversal los distintos aspectos de salud pública, derechos económicos, sociales y culturales que les afectan.” (Página de Internet de CABE).
La estrategia de perspectiva de género fue adoptada por la ONU a partir de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing 1995. No podemos negar que hay algunas propuestas válidas desde este enfoque, que buscan mejorar la situación social, económica y jurídicas de la mujer. Sin embargo hay que distinguir entre la perspectiva de género, que algunas persona de buena fe apoyan, y la ideología de género que busca la eliminación de las diferencias entre hombre y mujeres, mediante la total «de-construcción» de la sociedad como la conocemos actualmente. La situación requiere análisis profundo, ya que la perspectiva de género no es un enfoque homogéneo, e inclusive es difícil de conceptualizar y categorizar.
Ahora bien, el verdadero problema que observamos es la radicalización de la ideología de género cuyo objetivo principal es desmontar el sistema «patriarcal» que se expresa en las instituciones y prácticas, tales como el matrimonio, la familia y la sexualidad. Para los defensores de la ideología de género, no puede existir la equidad sin la eliminación total de los factores antropológicos, que según ellos, sostiene la inequidad. Es por eso que no pueden concebir la equidad sin la perspectiva de género.
El Estado debe ser honestos y mostrar transparencia a los padres, maestros, estudiantes y a la ciudadanía en general que serán afectados por el proyecto. No tengo reparos en que diversas posturas válidas sobre un tema estén presentes en los currículos de las escuelas públicas porque estas son laicas. Sin embargo, rechazamos que se utilice exclusivamente la perspectiva de género como herramienta para «adoctrinar» a nuestros niños, conociendo que su marco teórico contiene premisas ideológicas discutibles e imprecisas (vea Carta Circular #19-2014-2015).
De hecho no existe ninguna evidencia arbitrada de que la perspectiva de género sea conceptualmente un enfoque o estrategia capaz de educar el sentido de la equidad de género y mucho menos que prevenga o proteja contra la violencia de género. Esta insistencia por imponer lo que es impreciso no solamente en resultados, sino en lenguaje y contenido, genera un alto grado de indignación.
Los políticos no pueden utilizar un concepto que ellos mismos desconocen y sus teóricos no pueden conceptualizar como la ¨panacea¨ para resolver el inmenso problema de violencia que existe en nuestra isla. La violencia contra la mujer es un problema multifactorial y como tal debe ser tratado. El utilizar la perspectiva de género, un enfoque que no tiene un marco teórico claramente codificado y que carece de evidencia arbitrada para corroborar su eficacia para prevenir la violencia doméstica, es un acto irresponsable.
Repito, la lucha no es contra la “equidad de género”, sino contra la falta de transparencia de un sistema gubernamental, que pretende imponer una agenda, que responde principalmente a los intereses de un grupo en particular, ocultándose tras un currículo de equidad. Eso ya lo vivimos en el Proyecto del Senado 238, que luego se convirtió en la Ley 22-2013 (vea artículo, Proyecto del Senado 238..¿la redención del discrimen?)
No hay duda, hermanos que llegó la hora de la definición. Así que por amor al Evangelio y a la democracia participativa, preparen su mochila, y sus sombrillas y tíremonos a la «calle» para exigir una educación de calidad para nuestros niños, una educación en la que se respete las «perspectivas» de todos los puertorriqueños, incluyendo aquellos que se rigen por convicciones religiosas. ¡NO_al_atropello… Sí a la democracia participativa! ¡Muchas bendiciones!
Excelente escrito.
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Todos los imperios y naciones que han fallado contra los valores morales ya establecidos por ley y por la sana doctrina Cristiana, han fracasado. Evitemos ser parte de esa historia.
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Muchas gracias, Serafín…Hay que aumentar nuestra oración y acción a favor de nuestros niños.
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