El fin de la religión que nos divide…es el mensaje de Jesús

Jesucristo-Mujer-Samaritana-Pozo-mormon

Por Samuel Caraballo-López

INTRODUCCIÓN

El texto del 12 de marzo de 2023, tercer domingo de cuaresma,  lo encontramos en el Evangelio según San Juan 4: 5-42,  es el conocido relato del encuentro de Jesús con una mujer samaritana.  Esta narrativa ocurre después del discurso de Juan al bautista a sus discípulos como respuesta a la inquietud de estos sobre la creciente popularidad de Jesús (Juan 3: 25-30).

Este relato está conectado teológicamente al anterior  encuentro de Jesús con Nicodemo, el maestro de la ley judía, que es confrontado con su ignorancia sobre el nuevo nacimiento, requisito sine qua non para participar en el Reino de Dios (Juan 3: 1-15).  

En Juan 4: 1, el narrador retorna a Jesús, y menciona que los fariseos habían oído decir que Jesús bautizaba a más discípulos que Juan. Este comentario provoca que Jesús deje a Judea y retorne a Galilea. Hay dos posibles razones por las que Jesús realiza dicho movimiento. Primero, la mención de los fariseos del crecimiento de la popularidad de Jesús en su ministerio bautismal, indica que Juan el bautista estaba menguando ante la opinión pública (Juan 3: 30). Segundo, los fariseos que fueron enviados desde Jerusalem para vigilar a Juan (Juan 1: 19-28), ahora estaban poniendo mayor interés en el ministerio de Jesús y pretendían perseguirlo.

Es interesante el comentario, porque contrario a los evangelios sinópticos, el evangelio de Juan declara que Jesús siguió la práctica de Juan de hacer discípulos por medio del bautismo de arrepentimiento (Juan 3: 26). El narrador aclara «que Jesús no bautizaba, sino sus discípulos», cosa que no niega la labor bautismal de Jesús, sino que demuestra que esa no era su principal labor.

En el evangelio de Juan, Jesús no emerge de la oscuridad del desierto. De hecho, la revelación de Jesús a Israel ocurre temprano en su ministerio en su confrontación con los judíos en el templo de Jerusalem (Juan 2: 13-22), y había hecho señales y milagros que hizo que muchos creyeran en su nombre (Juan 2: 23; 3: 2). Jesús había revelado su gloria en las bodas en Caná de Galilea (Juan 2: 11) y conducía un ministerio de bautismo en Judea (3: 22), bautizando más discípulos que Juan el Bautista (Juan 3: 26). De hecho, el bautismo era el rito normal de iniciarse como discípulo de Juan o de Jesús.

Ahora bien, Jesús toma la decisión de retornar a Galilea (Juan 4: 3) por las razones antes mencionadas, y «le era necesario pasar por Samaria» (Juan 4: 4), que era la ruta más corta.

DESARROLLO

En estos pasajes Juan le demuestra a su audiencia griega, que ni la religión judía con Jerusalén como centro, ni la religión samaritana con su Monte Gerizim como lugar de culto, garantizaban la adoración verdadera.

El Evangelio de Juan demuestra que las grandes religiones humanas, aunque en todas haya ciertas «semillas» de revelación divina,  se quedaban cortas en abrir el acceso a la gracia de Dios a los seres humanos, y que solo la fe en Jesús el Mesías y el don del Espíritu que el imparte dan acceso real y genuino a la verdadera relación con el Altísimo (Romanos 5: 1-2).

(a) La mujer samaritana y Jesús

En una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca del campo que Jacob le dio a su hijo José (Génesis 48: 22), y donde encontramos el pozo de Jacob, ocurre el evento narrado por el evangelio:

… llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía.7-8 Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.

En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria, y Jesús le dijo:

—Dame un poco de agua (Juan 4: 5-8 NVI).

Esta narrativa nos evoca tres (3) eventos clásicos de la tradición hebrea en el Antiguo Testamento:

Primero, el relato de la búsqueda de esposa para Isaac (Génesis 24: 1-27)

Segundo, el encuentro de Jacob con la que será su esposa, Raquel (Génesis 29: 1-12)

y finalmente, el encuentro de Moisés con su esposa Zéfora en Madián (Éxodo 2: 15-21)

Esta mujer samaritana (sin nombre) llega a sacar agua al pozo de Jacob en pleno medio día. En contraste con las anteriores alusiones del AT de encuentros en pozos o fuentes de agua, Jesús luce descortés en su pedido a esta mujer: Dame de beber. Ahora bien, diferente a los relatos de encuentros antes mencionado, Jesús no es el siervo de Abraham, y según Juan el bautista es el esposo (Juan 3: 29). La mujer samaritana, por otro lado no es la esposa deseada, no es una virgen, y no responde a lo que se le solicita:

Entonces la mujer samaritana le dijo: «¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?». (Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos) (Juan 4: 9).

¿Por qué me pides de beber si sabes que soy una mujer samaritana? No existen relaciones afectuosas entre tu pueblo y mi pueblo, y si tomas agua de mi envase te harás impuro.

Jesús le responde lo siguiente a aquella mujer tan «asertiva», que pone en primer lugar sus diferencias con los judíos [1]:  

Jesús le respondió: «Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: “Dame de beber”, tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva» (Juan 4: 10).  

Esta mujer no conoce el «don de Dios» [ten dorean (gr.) ], ni sabe con «quién» le está hablando. Tanto el culto judío representado por Nicodemo, como el culto samaritano, representado por esta mujer, no entienden que el camino hacia Dios se había abierto a toda la humanidad por medio de Jesús el Mesías y el don del Espíritu que el imparte (vea Hechos 8: 17-20).

En la respuesta de Jesús hay un ofrecimiento de una vida nueva, cualitativamente diferente a la que aquella mujer vivía. El agua que Jesús le ofrece es aquella que elimina la sed espiritual, y trae por medio del don del Espíritu la vida eterna a aquellos que la beban (Juan 4: 14). Por supuesto, nada de esto comprende la samaritana.

(b) ¿Un personaje real o una alegoría?

La siguiente declaración de Jesús a la mujer samaritana, nos da la segunda clave para entender este pasaje tan singular: “Es cierto que has tenido cinco (esposos), y el que ahora tienes no es tu esposo.  En esto has dicho la verdad.” (Verso 18). No hay tal cosa como que esta mujer era promiscua, de ser así Jesús se lo hubiese dicho (vea Juan 8: 11).  Hay varias posibilidades interpretativas de esta perícopa. Es posible que esta mujer hubiese estado enredada en la costumbre del matrimonio por levirato (Génesis 38; Marcos 12: 18-27), criticado por Jesús, y por eso la mención de los cinco (5) maridos anteriores, y, que el actual no era su marido.

Otra posibilidad interpretativa (que es por la que me inclino), esta relacionada al proceso de formación del pueblo samaritano. Según la Biblia hebrea, Samaria era la capital del reino de Israel del Norte, formado por la division entre las tribus del norte y del sur , bajo el reinado de Roboam (1 Reyes 12: 8-21).

Israel del Norte se había convertido en una potencia militar regional lo que la hacía competir con el emergente Imperio Asirio. En el 740 a. C. , Asiria ataca a Israel del Norte, y es finalmente en el año 722 a. C que Sargón II conquista la ciudad de Samaria, destruyendo la infraestructura política, social y religiosa y deportando a 27, 290 israelitas a Nínive, capital del imperio.

El imperio Asirio en su estrategia por evitar revueltas de parte de los que quedaron esparcidos en Israel del Norte, además de deportar a sus líderes, traen nuevos pobladores asirios de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim a dicho territorio (2 Reyes 17: 24-41).   A la luz de esta realidad histórica, los samaritanos del tiempo de Jesús eran los descendientes de esta «mezcla» tanto étnica, cultural y religiosa de estas cinco (5) naciones asirias con los sobrevivientes de Israel del Norte luego de su cruenta conquista por dicho Imperio. Las circunstancias creadas por Asiria, y posteriormente por otros imperios obligan a estos pobladores a formar un «mestizaje» que repugnaba a los judíos (Juan 4: 9).

Por mucho tiempo la pugna entre judíos y samaritanos se había estado desarrollando, y en la época de Jesús se había convertido en un odio sumamente intenso. Una de las causas de la animosidad que existía entre ellos y sus vecinos, tanto hacia el norte (Galilea) como el sur (Judea), era que los samaritanos pretendían ser reconocidos como pueblo de Dios (Juan 4: 12). Se jactaban de que Jacob era su padre, y eran descendientes de los hijos de José, Efraín y Manasés; mas los judíos lo negaban [es posible que este era el sexto esposo que no era de ella]. Tenían una versión del Pentateuco que reverenciaban como ley [torah shomroniyt], pero rechazaban todos los libros proféticos (Nebiim) y los Escritos (Ketubiim) de lo que hoy es la Biblia hebrea (Antiguo Testamento), porque consideraban que en esos libros no se les trataba con suficiente respeto.

Es bueno aclarar que el «mestizaje» samaritano no fue voluntario, sino producto de constantes agresiones imperiales que continuó por largo tiempo. Juan Hircano I, etnarca y Sumo sacerdote del reino de Judea (134-104 a. C), conquistó la principal ciudad samaritana de Siquem y destruyó el templo samaritano del monte Garizim o Gerizim (128 a. C.), que había sido construido durante el dominio persa, unos doscientos años atrás. De hecho el mismo Herodes el Grande continuó el patrón de agresión contra los samaritanos, ubicando miles de extranjeros, especialmente griegos, en la región de Samaria.

(c) Los verdaderos adoradores (Juan 4: 21-26)

—Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. 23 Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad,[a] porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24 Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.

25 —Sé que viene el Mesías, al que llaman el Cristo —respondió la mujer—. Cuando él venga nos explicará todas las cosas.

26 —Ese soy yo, el que habla contigo —le dijo Jesús (Juan 4: 21-26 NVI).

Los verdaderos adoradores no son conocidos por las posturas del cuerpo que asumen al adorar, ni por el lugar donde adoran, sino por la presencia del Espíritu entre ellos. El Padre no tiene interés en crear lugares de adoración [proskynein (gr.)], ni de ser adorado, ni establecer formas de adoración, el Padre busca «verdaderos adoradores». Frente a la preocupación de la mujer samaritana en los lugares de adoración (Jerusalem o Gerizim), Jesús le revela que el interés de Dios es en quién le adora. El interés de Dios no es en el ministerio de adoración, sino en aquellos que le adoran en Espíritu y en verdad. La adoración como actividad humana, solo tiene aceptación de Dios el creador de todas las cosas, cuando el adorador se relaciona por la fe con su Hijo Jesús, y ha abierto su corazón al don del Espíritu Santo que éste imparte. Así que todo verdadero adorador expresa su culto en forma trinitaria, exalta a Dios por medio del Hijo y en presencia del Espíritu Santo.

El ser un adorador en Espíritu y verdad no excluye el lugar y los elementos litúrgico de acuerdo a la tradición particular que se profesa. Sin embargo, los lugares y las liturgias no es lo que Dios esta buscando. Es bueno clarificar, que dada la naturaleza anicónica de Dios (vea Éxodo 20: 4-5; Juan 1: 18; 4: 24), el rechaza toda representación en figuras o imágenes. Es importante estar conscientes, que aún cuando utilizamos lugares para reunirnos, Dios esta en medio de su pueblo y no en las instalaciones o templos que utilizamos (Hechos 7: 48-49; 17: 24). No podemos persuadir, y mucho menos «seducir» a Dios con nuestras parafernalias, ofrendas, o los elementos que integremos a nuestro culto, como lo hacían los paganos. La verdadera pregunta no es dónde debemos adorar, sino quién es el verdadero adorador. El Padre está «buscando» [zetei (gr)] adoradores que le adoren en espíritu y verdad (Juan 4: 24).

(b) Una respuesta cristiana al problema de los prejuicios.

Esta mujer samaritana del evangelio de Juan, y como ya hemos mencionado, es una representación de la comunidad samaritana que ahora estaba siendo alcanzada con el mensaje redentor del evangelio de Jesucristo por la comunidad juanina. La resistencia manifestada hacia esa comunidad basada en ese odio ancestral afectaba el alcance misionero de la iglesia.

El pasaje bajo nuestra consideración es la respuesta cristiana a los prejuicios raciales, étnicos y religiosos que caracterizaban a esta region del oriente antiguo. El mensaje de Jesús trasciende todo prejuicio, y solo cuando somos capaces de superar estas fracturas históricas por medio del perdón y la reconciliación es que formamos la verdadera comunidad cristiana que Jesús anheló.

Jesús no esta ajeno de esta situación tan lamentable entre Samaritanos y Judíos, sin embargo su mensaje para estos grupos étnicos es el mismo mensaje para todos los habitantes del planeta: la adoración verdadera no está ligada a un grupo racial o étnico, ni a un espacio geográfico particular (verso 21) y mucho menos a un sistema religioso.  No es en Jerusalén, ni  en la Meca, ni en Roma, ni en los monasterios del Tíbet, donde ocurre la genuina adoración al  Creador de todas las cosas; la verdadera adoración está primeramente sostenida en la relación del adorador con Jesucristo, el verbo encarnado, y el don del Espíritu que el imparte (Juan 1: 14-18).

La esperanza de salvación, que ya se contempla en la visión samaritana como judía, y las promesas hechas por Dios a toda la humanidad (especialmente desde Abrahán y Moisés), encuentran su cumplimiento en Jesucristo (2 Corintios 1: 18-22).  En la plenitud de los tiempos, luego de Dios haber hablado por sus siervos los profetas, ahora nos habla por medio de su Hijo (Hebreos 1: 1).

CONCLUSIÓN

Es importante que afirmemos esta deconstrucción  que hace Jesús de todos los sistemas religiosos del mundo.  Las ceremonias religiosas, los lugares sacros, las vestimentas y parafernalia cúltica carecen de valor ante el Creador de todas las cosas, sino media la fe en Jesucristo y el don del Espíritu Santo.  El judaísmo, el sincretismo samaritano, otras formas de culto y religión son meras construcciones humanas, con ciertas “semillas” de revelación divina,  cierto valor moral,  con contenidos  de sabiduría y con disciplinas espirituales que tienen cierto atractivo, pero sin valor para ser aceptos y relacionarnos de forma genuina al Dios Creador de todas las cosas (Colosenses 2: 22-23).

Dios esta buscando tales adoradores. ¿Estamos conscientes de lo que Dios realmente esta buscando? Es esta buscando persona que vivan su fe en Cristo cada dia; en sus casas, trabajos, comunidades e Iglesias. Cuando encarnamos a Cristo en nuestras vidas nuestras palabras y acciones cambian. Me convierto en una persona justa, equitativa, sabia y misericordiosa. Entonces el anuncio de la salvación que en Cristo, es sostenido por esta vida transformada.

La mujer samaritana, dejó su «cántaro vacío», y le anunció a los hombres [anthropon] : Venid y Ved! A un hombre que me dijo todo lo que hice, ¿No será acaso el Taheb (equivale al Mesías en la tradición samaritana)?

Como expresó Karl Barth:

Cristo es el cumplimiento cabal del anhelo de todas las religiones del mundo de acercarse a Dios, y por ello mismo, El es su única y definitiva culminación.”

Jesus, Moises y Elias 5

Jesús es ahora el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2: 5-6).  Es por esto que llegó el momento, y es ya, de iniciar una nueva evangelización del mundo existente.  Una nueva evangelización en la que la iglesia  como parte del pueblo de Dios y la familia de Jesús, nos preparemos para ser lo que realmente Jesús desea que seamos: una comunidad unida por la fe en Jesucristo, en que todos los seres humanos que se acercan a Dios, sin importar la cultura, género, raza, color, etc., sean acogidos sin obstáculos. 

Una comunidad en la que los seguidores de Jesús, y dirigidos por el Espíritu Santo superen los prejuicios, y expresen su fe de manera genuina; no con dones prestados o impuestos, sino con los propios dones recibidos de Jesús y su Espíritu Santo.  ¡Muchas bendiciones!

Notas:

[1] Craig R. Koester. Symbolism in the Fourth Gospel. Meaning, Mystery, Community, 2nd. ed. (Minneapolis: Fortress Press, 2003): chapter 2

Bibliografía

Koester, Craig R. Symbolism in the Fourth Gospel. Meaning, Mystery, Community, 2nd. ed. Minneapolis: Fortress Press, 2003.

Michaels, J. Ramsey. The Gospel of John. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2010

7 respuestas a «El fin de la religión que nos divide…es el mensaje de Jesús»

  1. Dios le siga bendiciendo. Excelente expocisión teológica. Me gusta la aclaración del trasfondo histórico de los samaritanos que hace. Eso es muy importante ya que la mayoria de los predicadores tratan a la mujer samaritana como promiscua, cosa que posiblemente no sería así y de hecho Jesús se lo hubiera comentado. Esto debe hacernos sobre la interpretación bíblica y la forma en que se predica. Muchas bendiciones.

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    1. Querido Pastor Franky:
      Paz! Muchas gracias por tu comentario. El Evangelio de Juan tiene muchas señales, símbolos y alegorías. De primera instancia podríamos pensar que la mujer samaritana era simplemente un personaje de Samaria, sin embargo, la coincidencia de que habia tenido cinco (5) maridos y el que tenía no era su propio marido, nos da la clave para entender que este personaje sin nombre, que Jesus encuentra en el Pozo de Jacob…es una alegoría para referirse a la religión samaritana. Es muy raro que una mujer normal, en el tiempo antiguo, hubiese tenido cinco (5) maridos, es decir que hubiese sido repudiada cinco veces o viuda en la misma cantidad de veces, y el sexto marido, no le pertenecía, lógicamente es una mujer con problemas serios de relaciones. Sin embargo, Jesús no menciona nada de eso, y era profeta…la realidad que los cinco maridos, desde mi perspectiva, son los cinco cultos de las cinco naciones que poblaron a Samaria, el sexto marido era la religión de Jehová, que ellos habían adoptado, creando un gran sincretismo. Ni la religión de Samaria, y mucho menos el Judaísmo podía llevar a las personas a una adoración genuina con el Dios verdadero. Solo Cristo, que es el Nuevo Templo de Dios, puede hacernos llegar al Padre (Juan 14: 6). Muchas bendiciones.

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      1. Rvdo. Samuel Caraballo
        Por eso es importante ese estudio del trasfondo histórico de la Biblia, para darle profundidad y el sentido correcto de la misma. En nuestro contexto, creo que todavía «el pueblo perece por falta de conocimiento». Como maestro de Historia, me preocupo, estre otras cosas por el contexto en que se expresa la palabra. Lo felicito por la forma y manera de entrelazar y trazar el aspecto contextual, espiritual y pedagógico de la palabra. Gracias y bendiciones.

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  2. Es importante poner en perspectiva el ritual de casamiento en la palestina del primer siglo. No podemos perder de vista en nuestra interpretación del texto la influencia patriarcal que impera en ese contexto. Quizas el mejor punto de referencia es el proceso de desposo de Maria y Jose, (tambien podemos considerar la ley del levirato o el proceso mas antiguo de casamiento de Abraham y Sarah, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel) .

    Evidentemente la mujer es ese tiempo tenia muy poco o nada que aportar a la decisión de casamiento. Las mujeres eran dadas en matrimonio en relaciones predeterminadas por los hombres involucrados en el proceso, (padre y pretendiente).

    Por lo tanto el que la mujer samaritana tuviese 5 esposos no debe ser interpretado como acto de promiscuidad. Si eran relaciones legitimas de casamiento, es casi seguro que ella no tuvo nada que ver con esas decisiones. Ella simplemente fue el objeto de 5 determinaciones ajenas a su voluntad.

    Es por esta razón que la interpretación que tu presentas en tu escrito, aunque no es la única, debe tomarse en consideración.

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    1. Desde mi punto de vista, el problema de la religión samaritana es el que está en issue en este pasaje de San Juan 4. Es importante que esta mujer samaritana no tiene nombre, cosa rara en una conversación tan personal como la que se da frente al pozo de Jacob. Segundo, la conversación ocurre exactamente en el Pozo de Jacob, un lugar emblemático para la religión samaritana, y la misma mujer lo llama «nuestro padre Jacob», queriendo decir somos parte del pueblo de Dios (verso 12). Tercero, Jesús pasa por el territorio Samaritano, en su regreso a Galilea, cosa que no era usual en un judío, especialmente galileo. Cuarto, la coincidencia de los cinco maridos, y un sexto que no era de ella, nos tiene que vincular al origen del pueblo samaritano (2 Reyes 17: 5-6; 23-41), que tiene una gran similitud a estos detalles. Quinto, el contexto nos demuestra que este pasaje está relacionado a la evangelización de los samaritanos (Juan 4: 35-42) por los discípulos de Jesús después de la resurrección. En el evangelio de Lucas-Hechos, hay cierta simpatía hacia los samaritanos (Lucas 10: 30-37; 17: 11-18; Hechos 8: 5-8), y lo que Juan narra es la recepción del Evangelio por la comunidad samaritana, que reconoce a Jesús como el Mesías ( Juan 4: 25-26). Muchas bendiciones.

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  3. En mi humilde opinión, pienso que hay que verlo en el proceso de evangelización en Samaria. Jesús tenía que hacerlo de manera contundente con esta mujer, para que ella pudiera reconocer que aquel que estaba allí, no era un judio más. Esto ayudó a la futura evangelización en la región.

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  4. Hermano Franky: Paz! Creo qué has dado en el clavo. En tus comentarios identificas un problema que actualmente tienen los creyentes que es la carencia de maestros que puedan llegar al sentido del texto bíblico. Claro, tenemos que reconocer que un texto se puede trabajar de diferentes perspectivas, pero tiene un significado único que brota del mismo texto. Hay una responsabilidad en los que somos ministros del Evangelio. ¡El Señor nos ayude!

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