«Nacer de lo Alto» … Requisito para ver y participar en el Reino

Nicodemo y Jesús.jpg

Por Samuel Caraballo-López

«porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.» (Romanos 14: 17, NVI)

INTRODUCCIÓN

El texto para el 5 de marzo de 2023, segundo domingo de Cuaresma, lo encontramos en el evangelio de Juan 3: 1-17. Esta perícopa aparece en la sección del evangelio que el biblista Raymond E. Brown llama el «libro de los signos», que se extiende desde los capítulos 1 al 12.

El Evangelista Juan utiliza una experiencia que Jesús tuvo en su ministerio terrenal con un maestro de los fariseos, y miembro del cuerpo directivo judío o Sanedrín (Juan 7: 50-51), llamado Nicodemo, para ilustrar a su audiencia sobre el significado del nuevo nacimiento, requisito «sine qua non» para ver y participar en el reino de Dios.

El relato comienza con la visita nocturna a Jesús, durante la fiesta de Pascua (Juan 2: 23), de un líder judío llamado Nicodemo en algún lugar de Jerusalem.  Parece ser que Nicodemo tenía un «currículum vitae» fenomenal, el narrador dice que era fariseo y  un magistrado de los judíos (verso 1), y Jesús le llama «el maestro de Israel» (verso 10). Estos títulos demuestran que era un hombre de mucho prestigio entre la aristocracia judía.

Luego de la expresión inicial de Nicodemo, Jesús le dice, “Si alguno no naciere de nuevo [gennēthē anōthen] ... , ¿cuál es el significado de estas palabras?  El propósito de este escrito es explicar el significado primario que brota del texto, y proponer nuevos entendimientos para nosotros hoy.

DESARROLLO

(a) La Visita de Nicodemo (Juan 3: 1-3)

Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Este fue de noche a visitar a Jesús (Juan 3: 1-2 NVI).

Según Juan, una noche un principal de los judíos llamado Nicodemo fue a visitar a Jesús. Este era parte de la secta de los fariseos, la secta más apegada a la fe judía, y miembro del Sanedrín (Juan 7: 50-51). El hecho de que Juan mencione que Nicodemo acudió a  Jesús en la oscuridad de la noche,  plantea tres (3) posibilidades de interpretación: (1) él estaba evitando la vergüenza de que otros compañeros, e inclusive el pueblo, lo juzgara mal, (2) la temperatura y tranquilidad que ofrecía la noche en Jerusalén era ideal para conversar, ó (3) que la mención de la noche, sea un recurso literario de Juan para indicar que todavía la luz del evangelio no había alcanzado a este maestro de Israel.

Para Craig Koester [1], Nicodemo simboliza en el evangelio de Juan, al menos, tres (3) realidades a mencionar:

(1) El representa la inhabilidad que tienen las autoridades judías y los fariseos de reconocer que Jesús era realmente el  Mesías de Israel, el Hijo del Dios viviente.

(2) Representa a su vez a la gente que cree en Jesús por los signos que realiza, pero no aceptan la vida que Él le propone que vivan.

(3) Representa a la humanidad alejada de Dios, que viven en la oscuridad, y necesitan venir a la luz.

La intuición de Nicodemo le decía que Jesús era más que un maestro tradicional de Israel, porque las obras que Él hacía solo la habían hecho los grandes hombres de Dios en la antigüedad (verso 2). Así que las acciones y enseñanzas de Jesús demostraban su verdadera procedencia–«sabemos que has venido de parte de Dios…» le dijo (verso 2).  Nicodemo reconocía que Jesús procedía de Dios, pero no reconocía que era el Hijo de Dios, que es la declaración que demuestra la verdadera fe.

Nicodemo se acercó esperando alguna nueva enseñanza sobre la ley de alguien que parecía conocer y vivir muy cerca del Dios de Israel.  Su visita a Jesús, podría garantizar un conocimiento diferente a lo que él como rabino acostumbraba a enseñar.  Sin embargo, Jesús lo sorprende con su declaración, la que parafraseo:  “Tu problema no es sed por conocer cosas nuevas…tu problema es que tienes que nacer de nuevo, para que puedas ver el Reino de Dios” (Verso 3).

El concepto reino de Dios solo aparece dos (2) veces en el evangelio de Juan (3:3,5) y ambas están precisamente en el pasaje en discusión:

Respondió Jesús y le dijo: «De cierto, de cierto te digo: A menos que alguno sea nacido de nuevo no puede ver el reino de Dios» (verso 3).

(b) El reino de Dios en los evangelios sinópticos

Antes de entrar en un breve análisis composicional y gramatical del concepto «nuevo nacimiento» en el Evangelio de Juan, es importante explicar brevemente como los Evangelios sinópticos conceptualizan la expresión «reino de Dios» o «reino de los cielos».  

Primero, el reino de Dios es un concepto progresivo, y requiere que lo miremos como un todo dentro de cada evangelio.  En términos generales, podemos decir que el reino de Dios comienza como una buena noticia, un acontecimiento escatólogico que irrumpe en la realidad humana, y requiere arrepentimiento y fe de parte de los oyentes (Mc 1: 14-15, Mt. 4:17).  De hecho, la respuesta de fe a esas buenas noticias [evangelio] se convierte en la forma de iniciarse y participar en ese reino que se hace cercano (Mc. 4:11ss). El reino de Dios se presenta como algo que no podemos controlar y crece sin ningún control o acondicionamiento humano (Mc. 4: 26ss).

En segundo lugar, el reino de Dios para los evangelios sinópticos, es la forma en que Dios encarna su presencia en la historia. Así, el reino de Dios se presenta como el mensaje de liberación y  fortaleza para vivir nuestro presente y de esperanza para los excluidos, sean los pobres, hambrientos, afligidos, quebrantados, enfermos, endemoniados, es decir para todos los que sufren alguna desgracia, opresión o calamidad (Lucas 4: 16-21). En Lucas (11:20) y Mateo (12:28) el reino se distingue porque su presencia destrona a Satanás y los demonios,  y por las manifestaciones del poder de Dios (milagros, prodigios, señales) en Jesús.

En tercer lugar, el reino de Dios requiere tener la actitud de un niño para participar plenamente en este (Mc. 10:15). Es importante explicar los niños en la cultura de los sinópticos representan a los que no tienen derechos o pueden valerse por si mismos y que carecen de puestos privilegiados en la sociedad. Solo cuando acogemos el reino de Dios como nuestra máxima esperanza y lo ponemos como especial tesoro, estamos aptos para valorar dicho reino y experimentar sus beneficios. En Mateo, por ejemplo, se invita a los creyentes a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia,  y lo demás será añadido (6:33).

En cuarto lugar, tanto en Marcos y los demás sinópticos se ve en el evento de la cruz el momento en el que se devela en forma plena el misterio del reino de Dios (Mc. 11:10). La manifestación del reino de Dios se hace permanentemente presente con la muerte de Jesús en  cruz del calvario y su posterior resurrección.  En Lucas-Hechos se presenta la manifestación del reino de Dios y sus resultados concretos en el ministerio de los seguidores de Jesús. A partir de Pentecostés el reino se da a conocer a través de la vida y predicación de los discípulos de Jesús,  y todos aquellos, judíos y gentiles que acogen por la fe a Jesús tendrán acceso a ese reino.

(c) En Nuevo Nacimiento según el Jesús del evangelio de Juan (Juan 3: 4-17)

Luego de la breve explicación de este concepto central en la predicación de Jesús, retomemos el texto de este segundo domingo de Cuaresma.

Nicodemo, aunque  deseaba entender lo que Jesús le decía, su sistema de creencias y tradiciones rabínicas, junto a su estatus social no le permite entender y aceptar las implicaciones del comentario,  y trata de argumentar como todo buen fariseo, acostumbrado al debate público. Es importante que comprendamos que aún hoy, el conocimiento previo y los privilegios adquiridos son los mayores impedimentos para entender las nuevas verdades de Jesús sobre el reino.

Según Craig Koester (2003), la idea del nuevo nacimiento no era bien conocida en el judaísmo del Segundo Templo, y era más bien un concepto conocido para los lectores de Juan, cuya procedencia era de religiones helenísticas.

Nicodemo entendía que él había nacido de un padre y una madre judía así que estaba bajo la Alianza y que era parte del pueblo de Dios, y por lo tanto, era hijo de Dios (Éxodo 4:22).  Jesús rechaza toda declaración que reclamaba privilegios espirituales en virtud a su nacimiento natural:

Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (3: 6).

Nicodemo, como buen fariseo, enseñaba que los esfuerzos por guardar la Torah es lo que nos gana el favor de Dios y nos abre las puertas del reino.  Jesús no pierde tiempo para refutar dicha postura—“tienes que nacer del agua y del Espíritu si quieres entrar en el Reino de Dios” (verso 5). agua2

¿Qué quería decir Jesús con esto del nuevo nacimiento? Esta pregunta la podemos contestar desde la perspectiva de Nicodemo o de la totalidad del evangelio de Juan. Para Nicodemo, la expresión «gennēthē anōthen» o nacer de nuevo (o de lo alto) es una forma literal que es imposible de realizar:

¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? (Juan 3: 4)

Hay dos (2) implicaciones fundamentales sobre el «nuevo nacimiento» en las declaraciones de Jesús, y una tercera que se deriva del contexto histórico de la comunidad juanina:

(1)  El «nuevo nacimiento» es ser engendrado de lo alto, que es una acción divina vinculada al objetivo de Jesús en su sacrificio, que es ser el «Cordero de Dios» que carga el pecado del mundo (Juan 1: 29; 19: 34-35). Esto no implica venir al mundo de nuevo, y esta directamente relacionado a ser «engendrado del agua y del Espíritu» (Juan 3: 5)

(2) El «nuevo nacimiento» es un acto de gracia, «invisible y espiritual» pero que tiene la fuerza para cambiar la vida completa. Es un cambio que se implanta en el  corazón, cuyo origen, no esta en la tierra, sino en el cielo  (Juan 1: 33; 3: 8,31).  Por lo tanto, el «nuevo nacimiento» es un acto Trinitario donde la Gracia del Padre se hace accesible por medio de la fe en el sacrificio de Jesucristo (verso 3: 14-17) y se completa por medio del bautismo del Espíritu Santo.

(3) Hay una tercera implicación que a la luz del contexto histórico del evangelio de Juan, y los privilegios que tenía Nicodemo al ser parte de la aristocracia judía (rabino del segundo templo), la podemos descifrar [2]. En la declaración de Jesús hay un desafío hacia una movilización deliberada y descendente, en la que se debe tomar una postura solidaria con la comunidad oprimida de los discípulos. Muchas veces lo que decimos saber y ser, es el mayor impedimento para tener acceso por la gracia al reino de Dios.

Por lo tanto, el «nacer de nuevo» es una invitación personal a un cambio profundo, en nuestra manera de vernos y de ver el mundo. La «vieja forma» de determinar nuestro valor y el valor de las relaciones desde los privilegios que nos da el estatus social o religioso con que nacemos, es el mayor impedimento para ver y participar en el reino de Dios. Así que para Nicodemo «nacer de lo Alto» es renunciar a la visión exclusivista de que el conocimiento y los privilegios heredados determinan la relación con Dios, y su participación en su reino.

CONCLUSIÓN

El nuevo nacimiento tiene como propósito hacernos nuevas personas y abrirnos los ojos para ver, entrar y vivir en la nueva dimensión del reino de Dios.  Cuando esto ocurre un nuevo amanecer irrumpe en nuestro horizonte, invitándonos a ser guiados y alimentados por el Espíritu Santo de Jesús.

El gran desafío en este tiempo de cuaresma es permitirle a la vision de Dios sobre el nuevo nacimiento que se convierte en el criterio evaluador de toda mi vida, de mis acciones, relaciones y aspiraciones. Se requiere tener la humildad para reconocer que el nacer de lo lo alto [gennēthē anōthen], debe ser el norte y criterio que nos ayude a discernir nuestro camino en este mundo en que Dios nos ha ubicado.

Hoy como a Nicodemo Jesús te dice y me dice: “Tienes que nacer de nuevo”…. solo así estarás bajo el paradigma de la misericordia de Dios, que más que un  sentimiento, es una actitud fundamental que se encarna en el día a día, y nos permite contemplar, vivir y compartir el mensaje del reino de Dios a nuestras comunidades e individuos.  Muchas bendiciones.

Notas:

[1] Craig R. Koester, Symbolism in the Fourth Gospel. Meaning, Mysteryng, Community (2nd. ed.) (Minneapolis: Fortress Press, 2002): 98

[2] Gary M. Burge, Interpreting the Gospel of John. A Practical Guide (2nd. ed.) (Grand Rapids, Michigan: Baker Academic, 2013): 80

Bibliografía

Brown, Raymond E. El evangelio y las cartas de Juan.  Bilbao: DESCLEE DE BROUWER, 2010.

Burge, Gary M. Interpreting the Gospel of John. A Practical Guide (2nd. ed.) Grand Rapids, Michigan: Baker Academic, 2013.

Koester, Craig R. Symbolism in the Fourth Gospel. Meaning, Mysteryng, Community (2nd. ed.) Minneapolis: Fortress Press, 2002.

Ramsey, Michael J. The Gospel of John. Grand Rapids, Michigan: Wm. B. Eerdmans Publising Co., 2010.

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