Por Samuel Caraballo-López
Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor.” (Éxodo 5:1)
El domingo 2 de octubre de 2016, desde las 10 de la mañana, se celebra por sexta ocasión el Festival del limber, en la Plaza Pública Felisa Rincón de Gauthier del Municipio de Ceiba, Puerto Rico. Este evento es la conmemoración y afirmación de la lucha de un pueblo pobre por recobrar sus tierras, costas y símbolos culturales, que fueron expropiados en la década del 40 por el poder militar norteamericano debido a la Segunda Guerra Mundial. Permíteme explicarte brevemente con un ejemplo real esta aseveración.
Mi familia se mudó al municipio de Ceiba a principios de la decada del ’60, intentando buscar una mejor calidad de vida. Mi madre, luego de un divorcio, llegó con siete (7) hijos al más oriental de todos los municipio. De inmediato comenzó a trabajar como empleada doméstica en las residencias de la Base Naval Roosevelt Roads. Cientos de amas de casa, que a su vez eran jefas de familia, llegaban temprano al “Gate #1”, esperando ser contratadas por las esposas de los militares para la limpieza y mantenimiento de sus propiedades.
Con la pequeña cantidad de dinero, fruto de su trabajo como empleada doméstica, y la Gracia de Dios, logramos sobrevivir, con múltiples dificultades. Desde ese entonces, la Base Naval Roosevelt Roads fue parte de mi vida de niño y adolescente. Los constantes ruidos por los bombardeos de Vieques, las maniobras en el área de Ceiba y el movimiento del aeropuerto militar, fueron parte de todo el ambiente donde vivía, jugaba y soñaba. Siempre me preguntaba, ¿cómo llegaron los norteamericanos a este municipio? ¿Cuándo llegaron? ¿Por qué están en el lugar más hermoso de la región? ¿Cómo adquirieron esas tierras? Todas esas preguntas pululaban en mi mente y posiblemente en la mente de muchos niños como yo. En la escuela, que yo recuerde, nunca me contestaron mis preguntas.
El 31 de marzo de 2004, luego de la salida del Navy de Vieques, ocurre el cierre permanente de la Base Naval Roosevelt Roads. Este cierre de la Base Roosevelt Roads, parece estar relacionada con las protestas masivas en Vieques, que provocan el cierre permanente del polígono de prácticas de tiro aeronaval de dicho cuerpo militar (Estrada, 2003).
Por otro lado esa salida rápida de Roosevelt Roads, fue acompañada por el interés del NAVY de vender en pública subasta, a desarrolladores externos, las 3,300 cuerdas de terreno de mayor valor económico de nuestra región, sin completar el proceso de limpieza ambiental requerido, siendo esto un motivo de gran preocupación para los residentes de este litoral. Sin embargo, el 7 de mayo de 2013, ocurrió una «Intervención Divina»: el Navy, luego de fracasar en varios intentos de subasta y de una lucha tenaz por diez (10) años por parte de APRODEC, los terrenos fueron transferidos mediante un acuerdo de venta negociada al Gobierno de Puerto Rico.
Ahora bien este nuevo escenario no trajo los cambios esperado para los residentes de Ceiba y Naguabo. Es decir no todo fue «miel sobre hojuelas». También los líderes nombrados por los gobiernos de turno (los cuatro (4 directores ejecutivos del LRA) desde el cierre de la Base Naval) tenían agendas que no respondían de ninguna manera a las necesidades de los residentes de esta región. Estos «líderes», que al parecer tenían ciertos dones de clarividentes, creía saber lo que le convenía a las «pobres» comunidades afectadas, sin tener que consultarlas. Esta patología masificada en los gobiernos de turno, y que llamamos soberbia, necesita ser sanada por las mismas comunidades que ellos desprecian.
El Festival del Limber es parte de ese aspecto terapéutico que la comunidad de Ceiba y la región oriental del país ofrecen a ese liderato anacrónico, que alcanzó su máxima expresión en la figura de Jaime González Goenaga, Director Ejecutivo de la Autoridad para el Redesarrollo de Roosevelt Roads en el 2009. Este «insigne» personaje intentó menospreciar la capacidad de nuestro pueblo, declarando que frente a la grandeza de los proyectos «such is life» que él y su gobierno estaban proponiendo, los ceibeños se tenían que conformar con mirar y «chuparse un limber». De ahí en adelante el limber se convirtió en un símbolo de dignidad y resistencia.
El Festival de Limber es un mensaje de afirmación a toda iniciativa esperanzadora de los pueblos, y un rechazo a todos los que subestiman la capacidad de las comunidades para forjar su propio desarrollo. El Festival del limber es el reconocimiento que lo que margina en nuestra tierra no es el conocimiento, el pensamiento, ni la idea, sino el que no se pertenezca al círculo de «amigos del alma» de aquellos que están en el poder.
La fiesta del limber es un reclamo a que se validen los principios del mérito, y que se les conceda la oportunidad a aquellos empresarios, que por su apego y compromiso con sus espacios vitales, trabajan con el corazón porque viven de y en esos espacios. Estos empresarios nativos y locales, más que explotar económicamente los recursos de la región, son parte de esos recursos y cuando los desarrollan se están desarrollando a si mismo y a su pueblo.
El Festival del Limber es la afirmación de que pequeños comerciantes y organizaciones comunitarias, sin grandes recursos económicos, pero con conocimiento, entendimiento, pasión y compromiso empresarial con su pueblo, pueden desarrollar lo que los grandes proyectos de “such is life” no han podido.
Ven, te invitamos a comer limber como un acto de solidaridad con la lucha de un pueblo que se ha negado a arrodillarse ante sus verdugos y, que sueña con que un día no muy lejano la prosperidad que brota de la sustentabilidad pueda experimentarse en el Barrio Guayacán, en Ceiba y Naguabo, y en toda la isla del encanto. !Muchas bendiciones!
Nunca volveré a mirar un limber de la misma manera. 🙂
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