La Gracia de Dios … Un concepto inaceptable

Por Samuel  Caraballo-López

Por Samuel Caraballo-López

INTRODUCCIÓN

Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo. Pero el padre ordenó a sus siervos: ¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete.  Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.” Así que empezaron a hacer fiesta (Lucas 15: 20-24).

El texto de este cuarto domingo de cuaresma se encuentra en el Evangelio según Lucas 15: 1-3, 11-32. Hay tres (3) cosas que me chocan en esa parábola: (a) la actitud de “absoluta compasión” del Padre,  (b) la intriga de saber si el hijo menor (que avergonzó al Padre y toda la familia), está realmente arrepentido, y (c) lo que significa el cuestionamiento del hijo mayor al Padre compasivo.

DESARROLLO

Primero, me pregunto, ¿Cuál es el límite de la tolerancia hacia un hijo terrible? Este joven que avergonzó a su familia y a su comunidad, malgastó el sustento recibido en un acto de rebeldía, y practicando todo tipo de inmoralidades y placeres, ahora es recibido nuevamente como parte de la familia, devolviéndole su estatus de hijo, poniéndole ropas nuevas, un anillo y celebrando un banquete con el becerro gordo.  Un joven que en su soliloquio quería ser tratado como jornalero (verso 19), ahora  es protegido por un Padre compasivo, capaz de perdonar, sin importar la magnitud del delito y que acoge al “sinvergüenza” con los brazos y el corazón abierto …¡Así es Dios!

Segundo, ¿Quién garantiza que esta “tusa del infierno” se había arrepentido? ¿Quién me garantiza que éste no regreso solo para llenar su estomago y aprovecharse de la bendición de la casa?  Este que había deseado la muerte de su Padre y que había gastado aquello que su familia había trabajado, llega “pelao” a buscar donde comer, dormir, y que me den protección de los acreedores y enemigos… El Padre, es el único que cree en su arrepentimiento porque su compasión no depende del arrepentimiento del pecador.

Para decir la verdad, el hijo pérdido había decidido regresar a casa sin reclamar nada:

«Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:  Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo, hazme como uno de tus jornaleros.» (versos 18-19)

Fue el  Padre, que no le aceptó su propuesta, y le devuelve su estatus como hijo, y parte de la familia (verso 22).

Tercero, ¿Cuánta razón tenía el hijo mayor? El hijo mayor se niega a participar en el banquete de celebración y solidaridad, porque consideraba el acto como la validación de la irresponsabilidad de su hermano menor.  Es decir, aquel acto era uno que endosaba la impunidad.

Esta actitud asumida por el hijo mayor lo separa de la mesa del Padre.  Las posibles preguntas y respuestas que molestaron al hijo mayor fueron las siguientes: ¿Cuáles son las condiciones para regresar a casa que el Padre le puso al hijo perdido? No le puso condiciones.  ¿Cuál era el repago o retribución que se le exigió luego de botar la herencia que había recibido de su familia? No hubo exigencias, sino restauración.  ¿Por qué esa celebración tan extravagante para uno que lo que había producido era  vergüenza a su familia? Porque el Padre considera el regreso del hijo menor como un volver a la vida luego de haber muerto.

El Padre no rechaza al hijo mayor por su enojo y sus ofensivos reclamos,  al contrario le ruega que entre y tome su lugar en la mesa como primogénito.  De hecho, la actitud del hijo mayor avergüenza también al Padre conforme a la sociedad judía. El hijo mayor cuestiona la conducta del Padre, lo llama maltratante (verso 29)  y amamantador de irresponsables (verso 30), deshonrándole  delante de los convidados (verso 28). Aún así, el Padre le invita a acoger a «este tu hermano que estaba muerto y revivió, estaba perdido, y fue hallado» (verso 32).  De hecho, con su actitud el hijo mayor se excluye de la mesa de la celebración, de su lugar al lado del padre e inclusive de la familia de la cual él era parte integral.

APLICACIÓN

No hay duda que la compasión, producto de la gracia,  es una locura tanto para el hijo mayor (fariseos y saduceos), como para muchos de nosotros hoy.  El hijo mayor tenía razón, el pecado de su hermano lo hacía indigno, pero la gracia nos recuerda que no somos Dios, y que Dios no opera dentro de nuestros sistemas de justicia o dentro de nuestras teorías morales. Dios es Dios y nosotros no podemos igualarnos a Él.  Lamentablemente los que actúan como el hijo mayor se excluyen del propósito redentor de Dios en Jesucristo.

Ahora bien, la gracia incomprensible de Dios e inaceptable para el hijo mayor, nos recuerda que, Jesucristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. El arrepentimiento es un medio de gracia ofrecido por Dios (lo inicia el Espíritu Santo) para restaurar la condición de familia que el pecado nos ha hecho olvidar. 

Amigos, no sabemos si el hijo mayor entró a la fiesta de solidaridad… quizás no, excluyéndose de la relación de familia que nuestro Padre celestial desea establecer con cada ser humano. Por otro lado, no podemos pasar por alto que la forma que el Padre actuó con el hijo menor, y que inclusive intentó hacerlo con el hijo mayor, es el actuar cotidiano de Dios …así es la Gracia!

Oremos a Dios para que nos permita entender la gracia, aceptarla y dejarla producir en nosotros frutos dignos de arrepentimiento.  Muchas Bendiciones.