Aconteció un día, que entró (Jesús) en una barca con sus discípulos y les dijo: —-Pasemos al otro lado del lago– Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de viento en el lago, y se anegaban y peligraban. (Lucas 8: 22-23)
Luego de leer las Sagradas Escrituras, libros y artículos sobre liderazgo, participar en cientos de conferencias, talleres, simposios, conversatorios sobre el tema, he identificado, al menos, seis (6) características que debe tener una persona para ser efectiva en la vida personal, familiar y profesional. Estas características nos darán el pivote para establecer aquellas metas personales que trasciendan lo cotidiano y se ubiquen en la dimensión de la “otra orilla” del desarrollo humano y profesional. En resumen el liderato, presente y del futuro, no importa en el ámbito donde éste ejerza sus funciones, requerirá tener la mayoría de las siguientes características:
1. CONCIENCIA CLARA DEL MUNDO, SU PUEBLO, DE SÍ MISMO.
Es importante establecer como meta permanente en la vida el estar alerta sobre lo que ocurre en el contexto internacional, nacional e inmediato. Cuando deliberadamente estamos alerta a estos eventos, podemos identificar aquellos elementos que influyen sobre la sociedad y sobre nuestra vida personal, familiar y profesional. Este conocimiento nos permite distinguir entre las cosas que podemos cambiar con esfuerzos personales o colectivos y las cosas que solo Dios puede transformar.
2. MOTIVACIÓN CONSTANTE PARA APRENDER DE CADA EXPERIENCIA, DE OTROS Y DE SÍ MISMO.
Una meta que debe tener todo líder es conocer más, desarrollar nuevas competencias y fomentar nuevas actitudes…así que comencemos solicitando a Dios sabiduría (Santiago 1:5-6), conocimiento (Jeremías 33:2-3), inteligencia y revelación (Daniel 1:17) para poder lograr esta aspiración. Además, no dejemos de estudiar, sea por medio de adiestramientos formales o informales, haciéndonos responsable de nuestra formación personal. No descuidemos el arte de la observación, no solo de la ejecución de otros, sino de sí mismos. El conocimiento es poder y nos abre puertas a múltiples oportunidades en todas las dimensiones de la vida.
3. FUERZA EMOCIONAL PARA MANEJAR SU PROPIO ESTRÉS A MEDIDA QUE APRENDEMOS COSAS NUEVAS Y SE APLICAN A LA REALIDAD.
Hay una gran verdad, y es que aprender cosas nuevas e iniciar cambios genera mucho estrés. El proceso de acomodar lo nuevo a lo que ya conozco y el de asimilar ideas nuevas genera altos niveles de ansiedad y confusión. Así que una petición de oración es solicitar a Dios la fuerza emocional e intelectual, junto a la salud mental, para poder acomodar y asimilar aquellos aspectos que produzcan cambios en nuestras vidas, sin que esto genere disfuncionalidad (Filipenses 4:6-7).
4. DESARROLLAR DESTREZAS DE REFLEXIÓN CRÍTICA.
El desarrollo del pensamiento ético es una meta de la educación en todos los niveles. El poder incrementar nuestra capacidad reflexiva para analizar críticamente los eventos que ocurren en nuestro contexto, junto a los que nos están ocurriendo en el plano personal, es una meta que tenemos que perseguir (Salmos 90: 12; 27: 4, 11; 139: 23-24). Es necesario evaluar periódicamente las premisas culturales que sostienen los discursos públicos que escuchamos, de tal forma que podamos discernir entre lo funcional, lo disfuncional, junto a una conciencia expandida que nos permita integrar lo funcional y sustituya lo defectuoso.
5. DISPOSICIÓN PARA COLABORAR CON OTROS EN DIVERSOS PROYECTOS.
Los cambios que se suscitan en nuestro mundo requiere la conjugación de diversas capacidades para poder enfrentar su complejidad, y poder servir efectivamente a nuestras comunidades. Una resolución de un líder es establecer conexiones y tener personas que puedan colaborar en cada proyecto que emprendamos, comenzando con nuestra familia. Es fundamental desarrollar ministerios y actividades en que sea necesaria la colaboración (Eclesiastés 4:9-12), y el de la consulta (Proverbios 11: 14; 15: 22; 24: 6; 28:18). ¡En la multitud de consejeros esta la sabiduría!
6. DISPOSICIÓN Y HABILIDAD PARA COMPARTIR EL PODER.
Esta característica está ligada al cómo manejar el poder con honestidad y sabiduría en cada escenario de la vida. La meta que nos impone esta característica es desarrollar hábitos de conducta que fomenten el actuar en justicia y bondad, en cada situación, con toda persona y consigo mismo (Proverbios 11: 18; 12: 28; 21:3; Mateo 5:6; 11:29).
El beneficio de alcanzar la «otra orilla», es que allá existe una realidad diferente a la que cotidianamente vivimos. De hecho la transformación consiste en ser y hacer las cosas en forma distinta a lo que anteriormente se hacía y que respondía a los patrones impuestos por las diferentes ideologías que conforman el mundo postmoderno. Jesús nos invita a ir al otro lado para ayudarnos a superar aquellos patrones habituales de conducta que no son congruentes con los valores del Reino de Dios. Esta invitación requiere que el invitado acepte y asuma los riesgos del viaje y de situaciones no experimentadas anteriormente. Sin embargo Jesús, él que nos invita, también nos acompaña y se compromete ser nuestro mentor y guía durante la travesía. ¿Aceptas tú su invitación? ¡Muchas Bendiciones!