»Moab ha vivido en paz desde su juventud; ha reposado sobre sus heces. No ha pasado de vasija en vasija, ni ha ido jamás al exilio. Por eso conserva su sabor y no pierde su aroma. Pero vienen días —afirma el SEÑOR—en que enviaré gente que transvasará a Moab; y vaciará sus vasijas y romperá sus cántaros. (Jeremías 48: 11-12)
Uno de los cánticos que más nos agrada escuchar es el que lleva como título, Jesús has mi carácter, cuyo autor es el conocido cantante cristiano, Daniel Calvetti. Escuchar este hermoso cántico nos evoca una enredadera de sentimientos. La verdad es que queremos ser más como Jesús, sin embargo este anhelo tiene un precio que me parece debemos considerar antes de hacer la solicitud.
Cuando hablamos de educación de nuestros jóvenes y niños es necesario establecer como premisa que ésta requiere dos (2) elementos complementarios: instrucción y formación del carácter. La instrucción se refiere a la adquisición de contenidos, destrezas y competencias como resultado de la enseñanza que proviene principalmente del aula escolar. La formación del carácter requiere una combinación de aspectos espirituales, actitudinales y éticos que se obtienen en diversas etapas de la vida, y en el que la vida familiar tiene un rol protagónico.
El profeta Jeremías en el pasaje bíblico que citamos arriba nos da la clave para entender como Dios forma el carácter de los seres humanos y los pueblos en las diversas etapas de la vida. Este es un enigmático pasaje que requiere algunas explicaciones para entender su mensaje.
Primero, debemos entender que este pasaje hace referencia al pueblo de Moab, cuyo fundador es hijo de Lot y sobrino de Abraham, patriarcas del mundo oriental. Para poder entender las implicaciones que tiene este oráculo para la formación de los creyentes es necesario entender brevemente el proceso por el cual pasaba el vino en la antigüedad antes de estar listo para su uso. El vino cuando está estacionado y quieto en una vasija tiende a clarear la parte superior, pero la parte inferior se llena de sedimentos (heces) o desechos del proceso de fermentación, que si es agitado vuelve a enturbiar todo el envase. Dado que en la antigüedad no existía el proceso de filtrar o destilar que tenemos en la actualidad, era necesaria que la uva en el proceso de fermentación fuera pasada por diferentes vasijas para que el sedimento, cuyo sabor era amargo, fuese removido. Este procedimiento se hacía una y otra vez hasta que el residual era eliminado significativamente. Era necesario remover los sedimentos para mejorar el sabor y olor del producto. Si el vino no pasaba por ese proceso su sabor y olor afectaban adversamente la calidad del producto.
En segundo lugar, el Profeta Jeremías hace un paralelo entre este proceso y la vida de Moab como pueblo. Moab se había resistido al proceso de ser filtrado por Dios, cuyo propósito era sacar el olor y sabor nauseabundo de su vida como pueblo. De hecho este pueblo sostenía su aparente paz en los sedimentos (heces) de sus tradiciones y costumbres. Cuando Dios intentaba trabajar con este pueblo, ellos buscaban formas de evadir la estrategia divina y resistir el proceso necesario para desarrollar sus competencias y madurez. El profeta Jeremías les dice que el momento de crisis que estaban viviendo era el resultado de esta evasión continua del proceso divino. Ahora el momento difícil había llegado y Moab no tenía la formación de carácter, ni el desarrollo integral para enfrentar aquel desastre.
Es importante, que los que aspiramos a ser líderes, meditemos en el mensaje que emana de este texto. ¿Cuántas veces nuestra propia inseguridad ha bloqueado el proceso de formación divina que nos produciría nuevos órdenes de conciencia? ¿Cuántas veces hemos buscado atajos o caminos fáciles y cómodos para evadir los desafíos divinos para nuestro crecimiento, dando excusas, que solo satisfacen al que las da? El evadir los retos que la vida misma nos impone nos limita para alcanzar la madurez de carácter necesario para ser efectivos en lo que hacemos. Como consecuencia, carecemos de la capacidad para superar los problemas de nuestro entorno en lo personal, familiar y comunitario.
Es importante que entendamos el actuar de Dios para la formación del carácter de aquellos a los que El llama. Al estar dispuestos a dejarnos formar por Dios en las situaciones más diversas y adversas, nos da el perfil de carácter y las competencias necesarias para responder a los retos de nuestro mundo. Solo aquellos que están dispuestos a enfrentar estos retos, desprendiéndose de sus propias seguridades para seguir el llamado de Dios, desarrollarán sus vidas para ser instrumentos afinados en estos momentos tan complejo en la historia de la humanidad. La meta de cada ser humano es desarrollar un “sabor” y un carácter que deleiten el corazón de Dios.
Mis felicitaciones para ti, querido hijo, que contrario a Moab, te has dejado “vaciar de vasija en vasija” por Aquel que te llamó. Tu respuesta no solo te afecta positivamente a ti, sino a toda tu generación porque se convierte en una respuesta redentora. Éxito en tus estudios en la Escuela Teológica de la Universidad de Yale. !Muchas Bendiciones!
P.D. Samuel Luis se graduó en mayo del 2013 de la Escuela Teológica de la Universidad de Yale, recibiendo reconocimiento por su labor académica y como el mejor predicador expositivo de su clase.
Mi hijo, Samuel Luis, se graduó de la Escuela Teológica de la Universidad de Yale en CT, en mayo del 2013, recibiendo reconocimientos por su rendimiento académico y por su ejecución en la predicación expositiva.
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Gracias, Samuel, por esta edificante reflexión. Les felicito como padres por haber formados dos hijos extraordinarios. Aprovecho para desearte lo mejor en tu jubilación. Lamento no estar, pues ese dia celebro mi aniversario de bodas. Recibe mi abrazo solidario. Cuentas con mi respeto y admiración. Dtb
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