¡Claro que entendemos el evangelio! … ¿En serio?

Por Samuel Caraballo-López

«Jesús les preguntó a sus discípulos:

—¿Entienden ustedes todas estas enseñanzas?

Ellos contestaron:

—Sí, las entendemos.» (Mateo 13: 51, TLA)

INTRODUCCIÓN

El texto para el 30 de julio de 2023, noveno domingo de Pentecostés, lo encontramos en el Evangelio de Mateo 13: 31-33; 44-52.   

Además de las cinco (quizás 5 y media) parábolas que se presentan en este pasaje, me llama la atención el verso 51 (copiado).   En dicho verso, Jesús le pregunta a los discípulos si habían entendido toda la enseñanza sobre el ¨reino de los cielos¨ y ellos le contestaron al unísono y sin titubear–«Sí, las entendemos».  

No puedo parar de reír al leer esta contestación. Las actuaciones de los discípulos, tanto las anteriores al evento aquí considerado, como las posteriores (Mateo 16: 21-25), demuestran que no habían entendido ni una “pizca” del mensaje del evangelio del reino de los cielos.   De hecho, tengo la sospecha que muchos creyentes hoy en día tampoco entienden lo que significa el evangelio del reino de Dios. Pasemos, pues al análisis de estas parábolas.

DESARROLLO

(a) Las parábolas sobre el Reino de los Cielos

En cada parábola, Jesús presenta una analogía sobre el reino de los cielos.  La primera analogía es que el reino es como una semilla de mostaza que un hombre sembró en su campo, y que siendo la más pequeña entre todas crece misteriosamente hasta formar un «árbol gigantesco» donde las aves hacen sus nidos (Mateo 13: 31-32).  El uso de los recursos retóricos de la hipérbole se ven en esta y la siguiente representación del reino de los cielos.

La segunda va en la misma línea de la anterior, el reino es como una mujer que puso levadura en una masa de harina de tres medidas (54 libras aproximadamente), y ésta fermentó la masa y la hizo crecer exageradamente hasta superar el espacio donde se hallaba (Mateo 13: 33).  Jesús nos enseña que el reino de los cielos comenzó en   forma insignificante, pero su crecimiento, que no depende de nosotros, trasciende por mucho nuestras expectativas.

En la tercera analogía, el reino de los cielos es también semejante a alguien que encuentra un tesoro escondido en un campo que no le pertenece, lo encubre, y por el gozo que este hallazgo generó, va y vende todo lo que tiene y compra el campo (Mateo 13: 44). La cuarta, el reino es como un comerciante de joyas finas que encuentra una perla de gran precio,  fue y vendió todo lo que tiene para adquirir lo encontrado (Mateo 13: 45-46).

La enseñanza de estas dos (2) parábolas es clara, el reino de los cielos persuade radicalmente, con el gozo que genera, a aquellos que lo hallan. El énfasis de esta analogía no está en haber encontrado el tesoro o la perla preciosa, sino en lo que ocurrió después del hallazgo. El tesoro escondido o la perla muy preciosa tendrá el efecto deseado cuando nos arriesgamos a tomar las decisiones que dicho hallazgo requiere: «fue y vendió todo lo que tenía y compró aquel campo».

La quinta analogía se refiere al reino de los cielos como una red de pescar que al lanzarla a un lago, captura toda clase de peces, y que luego que la red se llena es llevada a la orilla, donde son separados los pescados buenos y malos. Esta parábola nos muestra dos características del reino de los cielos; la inclusividad de la gracia y la firmeza del juicio final. La gracia invita a todos, el juicio evalúa la naturaleza y efecto de la respuesta de los que han sido llamados (Mateo 22: 10-14). Estos dos (2) componentes, la gracia y el juicio, interdependientes entre sí, son elementos esenciales del mensaje del reino de los cielos predicado por Jesús y sus discípulos.

(b) Explicación de las Parábolas del Reino de los Cielos

Ahora bien, ¿Qué nos dicen hoy en «arroz y habichuela» estas parábolas? Primero el reino de los cielos, que en sus comienzos fue insignificante, continúa trabajando en forma misteriosa y oculta en el mundo, de forma tal que sus resultados son incontrolables e impresionantes.  Esta es la clave para comprender la manifestación del reino en el mundo, sin desanimarnos.  En medio del pesimismo que muchas veces oprime nuestra esperanza, el reino de los cielos continúa creciendo hoy, mucho más allá de los que nosotros pensamos y entendemos. 

Hay que aclarar que el reino de los cielos y la segunda venida de Cristo (parusía) no son sinónimos. El reino de los cielos sigue creciendo en todo el mundo mientras le permitimos al Espíritu Santo que nos santifique para participar con Jesús en su venida (Hebreos 12: 14).  

Jesús enseñó esta verdad:

 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles, ni dirán: «!Mirad, aquí está!» !Allí está!» Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está (Lucas 17: 20-21).

En las primeras dos (2) parábolas, Jesús nos llama a prestar atención a las cosas pequeñas e inusuales que están ocurriendo dentro, fuera y alrededor nuestro, como señales de la manifestación del reino de los cielos. Estas cosas que están ocurriendo nos llamán a hacer cambios en la forma en que participamos en esta sociedad humana.

Lamentablemente, y lo decimos con dolor, que hay algunos que han asimilado tanto las ideologías de este mundo, que hablan y actúan como «enemigos» de la cruz de Jesús, aún sin percatarse (Filipenses 3: 18-19). El reino de los cielos nos llama a evaluar nuestras prioridades, y a atrevernos a elegir, tanto en nuestro discurso como en las acciones, aquello que redunde en la expansión de la misión redentora de Dios y el bienestar integral de nuestras comunidades.

Este reino de los cielos cambia a una diminuta semilla de una planta en un grande y frondoso árbol; una pequeña porción de levadura, fermenta una masa de harina haciéndola inmensamente grande; y finalmente hace que las personas lo consideren un tesoro y vendan todo para adquirirlo.

El reino cambia la iglesia de una centrada en sí misma a una que mira hacia afuera y cumple la misión de Dios. El reino cambia de tal forma a las personas que aprenden a solidarizarse con los necesitados y buscan la justicia en el mundo. El reino cambia nuestra interés propio para vivir conforme a la voluntad de Dios. El reino es la respuesta de Dios para cada problema humano, no importa lo complejo que nos parezca ser.

CONCLUSIÓN

Las parábolas que se discuten en el texto de este domingo nos demuestran la naturaleza, atributos y características del reino de los cielos. Este no es estático, sino dinámico, y afecta todas las dimensiones de la vida humana, sea lo personal, social, político, económico, profesional, e inclusive incide sobre  todos los sistemas y estructuras que interactúan en el escenario humano. Podemos decir, sin temor a equivocarnos que las enseñanzas de Jesús sobre el reino de los cielos demuestran que éste, además de incluir todas las dimensiones de la vida, es redentor en su misión, y cósmico en su alcance.

El reino de los cielos por definición es ese ámbito, espacio, momento o dimensión en que se manifiesta la voluntad de Dios, tanto en lo colectivo como en lo personal; y el «mal» es derrotado y expulsado (Lucas 11: 20). Es por esto que decimos que el Reino se concretiza en este mundo con la encarnación del Verbo (Logos) (Juan 1: 14), y que somos incorporados a este como hijos mediante la fe en Jesús, y santificados para ser ciudadanos del Reino mediante la acción del Espíritu Santo (Juan 3:3; Efesios 1: 13-14).

Es importante, entonces, que nos hagamos conscientes, que el reino al que nos hemos acercado mediante la fe, nos está transformando ahora mediante el Espíritu, produciendo nuevas formas de vivir y actuar en nuestro entorno.

De hecho, el reino de los cielos cambia nuestras prioridades, y nos hace ahora distinguir entre lo qué es bueno y lo qué es mejor. Ciertamente, lo que ha ocurrido es que ese Ocupante de nuestro ser interior ahora se expresa en acciones congruentes con la justicia, la paz y la misericordia.

Nuestra oración al Señor es que amplíe las fronteras de nuestro entendimiento para ver y entender las manifestaciones del reino de los cielos en nuestro vivir cotidiano, y que nos capacite para ser sus instrumentos y fomentar la transformación del ser humano y de las estructuras de nuestro mundo. Así nos ayude Dios.   !Muchas bendiciones!

Bibliografía

France, R. T. The Gospel of Matthew. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2007.

Pikaza-Ibarrondo, Xavier. El evangelio de Mateo. De Jesús a la Iglesia. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2017.

Wilson, Walter T.  The Gospel of Matthew, vol. 1. Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing Company, 2022

2 respuestas a «¡Claro que entendemos el evangelio! … ¿En serio?»

  1. el reino esta acá! hoy lo entendí somos nosotros son los pequeños detalles en nuestro cotizando que hace el efecto mariposa!!

    el la obra que dios hizo en nosotros y cambia nuestra forma de vivir es la esperansa del mundo!

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